veintiséis

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Los novios pronto emprenderían su viaje de seis semanas. Fueron despedidos con algarabía por parte de los invitados en el salón de baile.

Fuera, el carruaje esperaba a los novios mientras los familiares de ambos los despedían y aconsejaban.

Lady Venettia sollozó exageradamente al despedirse de su sobrina política. La novia, envuelta en un elegante traje de viaje, saludó con ambas a manos hacia los invitados para despedirse de sus hermanas y su primo que no dejaban de dedicarle buenos augurios, antes de subir al carro. Por su parte, el novio se detuvo un momento junto a la puerta a despedirse de su hermana y su tía que lo llenaron de abrazos y recomendaciones.

Besó en la frente a Honoria antes de que se alejara.

—Cuídate mucho, Nora.— le susurró.— Y por favor, no hagas ninguna tontería mientras yo no estoy...—

—Como si fuera yo la que se mete en problemas todo el tiempo.— se burló ella, antes de dedicarle una sonrisa y alejarse de regreso hacia la puerta de entrada.

Sebastian se montó en el coche y un lacayo de librea azul y mostaza se acercó a cerrarle la puerta. El rubio sacó la cabeza por la ventana para despedirse, pero, como si de pronto lo recordara, llamó a Edward para que se le acercara.

— Tengo algo para ti— señaló, cuando Edward se paraba junto a la ventana.— Le prometí algo a Honoria, pero lamentablemente me resultó imposible cumplir con una promesa que había roto antes de realizarla. Ten, por si lo necesitas...

Edward no comprendió de qué se trataba, pero recibió el sobre que su amigo le tendía, y sin siquiera mirarlo, lo metió en el bolsillo de su chaqueta.

Sebastian dio un golpecito al coche con su mano y el cochero apremió de inmediato los caballos para comenzar su viaje.

Tía Maddie tomo cariñosamente por los hombros a Honoria, reconfortándola.

— ¡Calme, mon cher!.— Le susurró al oído— Estarán bien. Y apenas notarás su ausencia antes de que regresen.

Honoria asintió, aunque el vacío que le producía ver a su hermano salir de casa nuevamente la hacía desear echarse a llorar tanto como aún lo hacía Lady Venettia, junto a ellas.

—¡Habrase visto tan buen enlace logrado en tan poco tiempo!— Comentó la Marquesa, con un arrugado pañuelo entre las manos.— ¡Cómo han de estar de felices los familiares de mi querido Marqués con el trabajo que realicé con Janice! Seguro me enviarán a alguna de estas otras jovencitas casaderas la próxima temporada...

—Ya lo creo que sí— sonrió Honoria, intercambiando una divertida mirada con su tía, que rodaba los ojos. La pobre tía Maddie había soportado estoicamente todo el día la compañía de la Marquesa viuda. — Ya se da por finalizada la celebración— señaló, mientras regresaban al salón.— Será mejor que despidamos a los invitados.

***

Pronto el salón se vaciaba casi por completo. Honoria estaba agotada, de pie junto a la puerta de salida del salón despidiendo al Barón de Churston cuando tía Maddie, que había desaparecido hacía un rato con la excusa de haber perdido su ridículo, se le acercó con gesto angustiado.

—¡Ma chère!— se quejó, tomando a su sobrina por el antebrazo, suplicante.— ¡No está en ninguna parte! No puede ser que lo haya perdido...

—Pero Maddie, ¿Recuerdas la última vez que lo viste?— le preguntó Honoria, paciente.— ¿Al menos estás segura de que lo traías durante la boda? Tal vez lo olvidaste en la Iglesia o en el carruaje de camino aquí...

Non non.—negó Maddie, molesta.— Estoy absolutamente segura de que lo tenía cuando acompañé a Lady York a recorrer el invernadero, antes de despedir a los novios.... Y luego ya no lo sé...

La Perfecta (Versión borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora