Capítulo 24

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Maratón: 1/ Hasta el final

Ella no podía creer lo que veía en aquella rubia: era ira. Pero de esa ira que poco a poco te consumía.
Por una parte la entendía, Sai era su marido. Todo era amor en su matrimonio, ¡todo funcionaba a la perfección! Aún sentía envidia por lo felices que eran, pero se alegraba de que aquella rubia Yamanaka tuviese a alguien que pudiese controlarla como lo hacía aquel azabache.
Ella era una de las damas de honor en su boda, y el día en el que asistió se juró a sí misma que daría lo que fuese para ver una sonrisa en aquella rubia. Haría que su matrimonio funcionara, como un ángel guardián.

Pero se cabreó bastante al ver aquella escena. Apretó sus puños y sus nudillos, y apareció coraje de donde antes no lo había.

—Me lo juré, Ino-cerda—susurró sorprendiendo a la Yamanaka, quien aún deseaba salir de aquella casa en busca de Temari. Después, obviamente, buscaría a Sai. La culpa era de ambos, según ella—. ¡Juré que protegería tu matrimonio, sea como sea!

—¡No hay matrimonio en una infidelidad! ¡No hay nada que proteger, Sakura!—gritó con ira, observando con esos ojos celestes a su amiga, quien en pocos segundos se convertiría su contrincante—. ¡Estoy tremendamente harta de todo esto!

—¡Jamás me lo dijiste!

—¡Debiste de haberte dado cuenta!—volvió a gritar de nuevo—. Siempre... has sido tú. Que si la chica que logró casarse con Sasuke-kun, la discípula de Tsunade, la chica que alcanzó al equipo siete... ¡El héroe de la aldea estuvo enamorado de ti!—Sakura estaba sorprendida de lo que aquella chica retenía. Pero, ¿por qué? Eran mejores amigas. Para ella, las cosas nunca fueron así. No se ganó nada de eso esperando, tuvo que luchar. Por ser fuerte y por Sasuke y como ella ya le dijo una vez a Naruto, él jamás estuvo enamorado de ella—. ¡Siempre tú! ¡Siempre eres la favorita! ¿Y yo dónde quedo, ¡eh?!

—¡Tú quedas en mi lugar favorito, idiota!

No hubo tiempo para más palabrería. Mientras las dos comenzaron a llorar, corrieron mutuamente hasta chocar sus puños con una fuerza sobrehumana. Obviamente, fue Sakura quién tiró a su mejor amiga hacia atrás, pero esta no se deshabilitó. Siguió de pie, observando cómo podría destruir a aquella chica que le era un estorbo.

—¡¿De qué te sirve ser fuerte si no tienes a nadie ahora?!

Cuando ahogó ese gritó tan desesperado, reaccionó a lo que le acababa de decir su mejor amiga.
Pero Sakura no se dejó engañar por la ira, sabía que tenía a gente. Tenía a Sarada, a Sasuke, a Naruto, a las chicas, a Shiero, a Kasumi... Estaba rodeada de gente que, si se hundiera, se tirarían al lago solo para salvarla. Por muy fría que estuviese el agua.
Incluso aquella rubia con la que estaba luchando lo haría.

Sakura concentró chakra en su mano, pero era demasiado tarde. Pues aquella Yamanaka había utilizado el Jutsu de cambio de cuerpo y mente. Ella estaba en su cuerpo, mientras el cuerpo de la rubia estaba dormido en aquellos suelos fríos.

—¡Sal de aquí!—gritó la Haruno internamente—. ¡Esto ya no son los exámenes, Ino! ¡Esta batalla es de verdad!

—¡Cállate!

Con el cuerpo de Sakura, la Yamanaka agarró un kunai que la Haruno llevaba encima, y se lo posicionó rozando su abdomen. La fuerza de la pelirrosa era tan fuerte que le costaba mucho mantenerse ahí, por lo que a veces jadeaba y luchaba por ser más fuerte que ella. No quería perder. No cuando toda su vida había pensado que había perdido contra ella.

—¡Detente, Ino, me matarás!

—¡Cállate estúpida! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡No quiero escuchar nada más de lo que tengas que decir!—no espero nada cuando introdujo el kunai hasta el fondo, provocando un dolor terrible a ambas. Ino había mejorado su técnica, así que pudo soportarlo. Aún podía estar ahí, al menos, debía saber cuándo marcharse. Si Sakura moría en aquella técnica, existía una probabilidad de que ella se marchara con la pelirrosa. Y nadie querría aquella catástrofe, ¿verdad?—¡Perdóname!

El perdón de la flor de KonohaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora