Capítulo 15 [Maratón: Amores clichés, problemas clichés y hermanos no clichés]

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Maratón 2/4:

—¿Ganso? —pregunté.

—¡Pato! —Froy sonrió, saliendo de detrás de su padre para abrazarme—. ¡CUACK! —chilló.

Puse los ojos en blanco. Cada vez que uno dice «Pato» y el otro «Ganso» automáticamente Froy se pone a graznar... Literalmente. Grazna, y quiere que yo lo haga también.

—¿Por qué siempre tienes que hacer eso? —me quejé, pues había graznado en mi oreja el muy maldito.

—Porque se supone que es nuestro saludo, duh. Vamos, repite conmigo: ¡CUACK!

Lo miré de manera extraña. Froy sonreía ampliamente. Al rededor la poca gente que había nos observaba entre curiosos, raros y divertidos.

—¿En serio? —inquirí. Él sacudió la cabeza.

—Si. Dilo, Pato ¡CUACK!

—Froy, la gente nos mira.

—¡CUACK!

—No voy a hacer el ridículo por una más de tus estupideces...

—¡CUACK!

—Froy, un día de estos vas a parar en el manicomio...

—¡CUACK, CUACK, CUACK, CUACK!

—¡Esta bien, está bien! —suspiré y me puse a graznar—: ¡CUACK, CUACK, CUACK, CUACK!

—¡Esa es mi Pato! ¡CUACK, CUACK, CUACK, CUACK!

—CUACK, CUACK, CUACK, CUACK.

Y por más raro que suene, nos pusimos a graznar en plena cafetería, haciéndoles caso omiso a las personas que reían y tomaban fotos. Obviamente nosotros también terminamos riendo como estúpidos, Froy con su risa rara mitad puerquito mitad carcajada ahogada. Cuando pudimos respirar mejor, le pregunté a mi amigo:

—¿Qué haces aquí?

Froy se secó una lágrima, le sonrió con su blanca dentadura a las personas y me respondió:

—Vine para acompañar a papá. Al parecer hoy hará los trámites con quién... —se cortó. De repente miró hacia sus costados, con los ojos azules entrecerrados—. ¿Dónde se metió ahor...? Ah, ahí está. Fiuf, pensé que se me había escapado de nuevo.

Giré sobre mis talones. Le había dado la espalada a mamá y casi me olvido que había venido con ella, pero por lo que veían mis ojitos, la misma estaba en iguales condiciones que yo hace unos segundos.

El papá de Froy, un señor que no llegaba a los cuarenta, de cabello rubio rizado y barba de hace algunos días, le estrechaba la mano a mamá, mostrándole una sonrisa que si no fuese tan hipnotizante podrías decir que se le acalambran las mejillas de vez en cuando, igual que a su hijo. Mamá parecía embelesada, con la boca semiabierta, pero gracias a Dios sin verse estúpida. Con sus manos aún agarradas, se miraban tipo los protagonistas de una cliché historia de amor cuando se encuentran por primera vez.

Froy y yo nos observamos con una ceja alzada y apostaría el plano culo de mi novio a que ambos pensábamos lo mismo.

¿Qué calabazas pasa aquí?

Poco a poco fuimos acercándonos. Ellos seguían igual, sin inmutarse. Era claro que estaban en otro lado, por lo que, si queríamos que salieran de su trance, debíamos actuar.

Cualquier persona normal los hubiese dejado ahí hasta que reaccionaran; cualquier persona normal se hubiese aclarado la garganta; cualquier persona normal hubiese gritado «¡Mamá/Papá!»...

A Nuestro Estilo [Corey Fogelmanis y Tú] {AEDDC#3}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora