Capítulo 31 [Maratón: La Liga de la Impredeciblidad].

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Maratón 4/4:

—¡Blake! —le saludé.

No lo veía desde la vez que se llevó a Corey al aeropuerto. No estaba tan cambiado, pero parecía muy elegante estando dentro de ese automóvil tan... wow.

—El que viste y calza —salió del mustang y lo rodeó para abrazarme—. ¿Cómo estuvo la premier? ¿Buena?

—Buenísima —dijo Corey, que se había sentado en el asiento del conductor—. Pero hablaremos de eso en el auto. Métanse.

Blake tomó asiento en los puestos de atrás mientras yo, algo dudosa, me senté en el del copiloto. Ajusté mi cinturón de seguridad. Corey me miró de reojo.

—Todavía no olvido lo que pasó en Brooklyn —expliqué.

—¡Fue culpa del gato! —chilló mi novio y no pude evitar reír.

—Como digas, Fogelmanis.

—Oigan —dijo Blake—. Inclúyanme en la conversación, ¿eh? Fui muy caritativo al prestarles mi auto, chicos, no me hagan sentirme excluido.

—¿Trajiste lo que te pedí? —preguntó mi novio. El greñas asintió y señaló la mochila a su lado—. Perfecto, gracias.

—¿Qué es eso? —cuestioné.

—Nada —dijeron ambos. Eso me hizo poner los ojos en blanco.

—Esperen. ¿Esto ya estaba planeado? ¿Tú vienes con nosotros, Blake? —pregunté—. ¿Adónde vamos a ir, maldita sea?

—Sí, no y no sé —respondió el chico de pelo largo—. Corey solo me pidió el auto y esa mochila, yo me quedaré en la seguridad y comodidad de mi casita. Es a la derecha, hombre.

—Ya sé dónde vives, necio —Corey giró un poco bruscamente en esa dirección y Blake formó una mueca.

Diez minutos después estábamos frente a una casa grande y lujosa. Blake bajó del auto y se apoyó en la puerta de mi lado. Me revolvió el cabello.

—Usted, señorita, todavía nos debe a Olivia y a mí una cena en el restaurant de sus primos.

—No lo he olvidado, greñitas —sonreí.

Entonces Blake observó a mi novio.

—Y tú ya te sabes las normas, ¿verdad?

Corey asintió.

—Nada de rasguños, magulladuras, multas y suciedad dentro y fuera del auto —enumeró.

—Y nótese que lo último se refiere a los dos sentidos —indicó Blake, señalándonos con su largo dedo índice—. Nada de suciedad como la basura, nada de suciedad como el sexo, ¿entienden? Hablando de eso —creó una sonrisita— hay condones en el cofre. ¡Buena suerte!

Y dando una vuelta rápida, corrió hacia la casa, subió por una escalera que daba a una ventana abierta del segundo piso y saltó al interior.

Me giré hacia Corey.

—¿Quién lo entiende, eh? —me sonrió y puso en marcha el auto.

Anduvimos por las calles de L.A en silencio. Sabía que quería mantener en secreto el lugar a donde iríamos y el contenido de la mochila, pero la curiosidad me estaba carcomiendo, por lo que encendí la radio para distraerme. Justamente estaban pasando Happily, de One Direction. No era fan de ellos, pero la dejé porque me recordaba al suéter de Froy, y eso me recordó a Froy, y Froy me recordó al beso entre él y Antonella, y eso me recordó que dijeron que no habían sentido nada, y de Antonella lo creo, pero recordé que Froy estaba dispuesto a volver a bailar con ella de nuevo, y se contuvo porque Diego también quería hacerlo. Y entonces eso me hizo pensar: ¿será que Froy ha empezado a sentir algo por ella en estos últimos veinte minutos que pasaron del beso al baile?

A Nuestro Estilo [Corey Fogelmanis y Tú] {AEDDC#3}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora