Capítulo 53.

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-¡Que no es una película porno!

-¿Entonces por qué no te dijeron para qué audicionarias?

-¡Yo qué sé! ¿Para generar suspenso?

-O porque es una película porno. Una porno gay.

Froy miró a mi novio y a mi hermano con la cara roja de la frustración.

-¡¡QUE NO LO ES!! -respirando con pausa para no morir ahogado, retomó-: Y si lo fuera (que no), ¿no creen que me hubiesen mandado a quitarme la camiseta?

-¿Lo hicieron? -inquirió Anto.

-Si -Froy bajó la cabeza.

Reprimí una carcajada al escuchar a Corey y Diego gritar "¡Ajá!" a mis espaldas.

Me preocupaba la conexión que estaban teniendo estos dos, pero eso no importa ahora.

-¿Y te la quitaste?

-No, me da pena que vean mi cuerpecito.

Antonella y yo nos miramos con el ceño fruncido. Luego ella avanzó hacia él y sin ningún miramiento le alzó la camiseta mostrando su abdomen demasiado bien marcado para el deleite de nuestros ojos.

El gusto por los deportes sirve para algo, lástima que a mí me guste más la comida... y mi novio degaldito.

-Es casi un pecado que te de pena -dijo Anto en tono amable, logrando que él se sonrojase y no por el enojo.

-Gracias... ¡pero no era una porno, ni gay ni heterosexual! -apuntó a Corey y Diego.

Ellos siguieron retomando su peleita estúpida, pero Anto y yo nos fuimos por un pasillo que supuestamente llevaba a la oficina del gerente del Castillo de la Bestia para terminar de cuadrar las cosas para la boda de mis padres. El lugar era demasiado grande y nosotras de demasiado pendejas, no me sorprendería que hubiéramos entendido mal la dirección que nos dio una empleada y terminemos en, no sé, ¿Narnia?

Ah, tampoco me molestaría.

-¿Y entonces, marica? ¿Cómo le va con mi hermano? -pregunté para matar el silencio, pero ella ni bolas paró, así que recurrí al modo violento y la sacudí como a un batido-. ¡Mujer, pare pelotas!

-Las parara si las tuviera, pero no -Anto hizo un puchero-. Pero, ¿por qué me sacudía así?

-Estabas en pleno limbo -me encogí con inocencia-. ¿En qué pensabas?

-Si te digo seguro y te burlas.

-¿Tú crees que lo haría? Mija, llevamos más de una década siendo amigas. He escuchado las más estúpidas cosas salir de tu boca y no me he reído... bueno, sí, ¡pero siempre contigo!

-Lo sé, y por eso te amo -ella sonrió, llevándose un mechón de cabello rubio tras la oreja. Lucía demasiado pensativa y poco hiperactiva para mi gusto, y admito que me asusté por lo que estuviese a punto de decir, porque cuando Antonella Morales se pone de ese modo es que va a soltar algo serio, y lo serio en ella no todo el tiempo es bueno. Te digo, en unos arranques de esos me dijo que se iba del país y aquello fue horrible para mí-. Estoy algo melancólica hoy. De ese días en los que te despiertas reflexionando y pensando en todo, ¿me entiendes?

Asentí, guardando silencio. Entrelacé mi brazo con el de ella, como lo hacíamos siempre en la escuela.

-Pienso en todo lo que ha pasado, y el poco tiempo en el que ha pasado, ¿sabes? O sea, míranos, ¿en qué puto momento íbamos a imaginar nosotras que estaríamos en el maldito Castillo de la Bestia en Disneyland. Hace un poquito más de un año ni siquiera sabía que existía un Castillo y mucho menos que en realidad era un restaurante. ¿Sabes a dónde quiero llegar?

A Nuestro Estilo [Corey Fogelmanis y Tú] {AEDDC#3}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora