Capítulo 13.

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—¿Qué vas a llevarte, Cor?

Corey me observó desde la cama. Una sonrisita quería salir, pero imagino que lo reprimió. En vez de eso, continuó doblando las bermudas para guardarlas en el equipaje.

—Deja de burlarte, Sarcastichica. Soph solo quería avisarme.

—No me estoy burlando, Honguitochico. ¿Por qué tendría que hacerlo? Solo te pregunto qué demonios te quieres llevar al maldito viaje.

Él hizo silencio, y creo saber por qué. Sin darme cuenta, mi voz se fue entrecortando mediante hablaba. Los ojos me picaban y tuve que recargarme en la puerta del closet para parar aquella picazón.

Maldita sea, ¿quién está picando cebolla?

Aceptalo, idiota; no quieres separarte de él.

Si viniste a insultarme, perra, te informo que no estoy de buen humor.

Sabes que soy una conciencia, ¿no? ¿El angelito y el diablito? ¿Pepe Grillo? ¿Entiendes? Soy una parte de ti, así que prácticamente te llamas perra a ti misma.

Pepe Grillo 2.0, en serio no estoy de humor. Me vale un pepino que seas parte de mí. Muy bien puedo patearte tu inexistente trasero y enviarlo a Panamá.

Uh, me encantaría ir a Panamá. Un país muy bonito. ¿Después puedes patearme a Argentina?

—¡¿Quieres callarte?!

—Pero no he dicho nada —susurró Corey, y yo pegué un salto.

¿Saben? Mi vida es un poco cómica: el chico estaba a sólo centímetros de mí, apunto de abrazarme, pero resulta que mi querida conciencia me hizo hablar en voz alta, lo que llevó a que él delatara su paradero hablando también, y a pesar de que susurró, mi susto fue tal que al sobresaltarme nos dimos un cabezazo que al pobre (pero maldito) de mi novio lo dejó tirado en la alfombra.

¿Quien está propenso a salir próximamente en la Ciencia de lo Absurdo?

Estos nenes.

—Mi cabeza —se quejó Corey con las manos en el pelo.

—¿Tu cabeza? ¡Ay de la mía! Tremenda contusión me saldrá. ¡Gracias, ¿eh?!

—¡No soy el único con una cabeza dura aquí! —se quejó nuevamente.

Yo rodé los ojos y ayudé a levantarlo. Todavía masajeandonos la parte adolorida, Corey me tomó de la mano e hizo que tomase asiento en el borde de la cama.

—_____, sé que no te gusta que me vaya lejos, pero sólo serán tres meses. Blake, Olivia y Soph cuidarán bien de mí. Te llamaré todos los días. No tienes que preocuparte por nada. Además, me llevo una camiseta tuya que accidentalmente cayó en mi maleta —formó una sonrisita inocente—. Se la pondré a Bucheria para abrazarlo pensando que eres tú. Así estarás en cada (santo Dios, que cursie) uno de mis pensamientos del día. Maldición, ¿ves lo que me haces decir? —rio—. ¡Ahora parezco protagonista de una tonta película de amor! Me doy diabetes a mí mismo.

No pude evitar reír también. Lo abracé fuertemente, sintiendo su calientito cuerpesito esquelético contra el mío. Eso logró tranquilizarme un poco. Aunque, eso de que Soph cuidará de él no me da buena espina. Su llamada fue hace un par de horas, pero yo todavía estaba algo rabiosa por la manera en que le había avisado a Corey que partirían mañana al medio día. Era como si el hecho de que Corey se alejara de mí, le alegrara.

A Nuestro Estilo [Corey Fogelmanis y Tú] {AEDDC#3}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora