Capítulo 42 [Maratón: Un cumpleaños con buen comienzo... y mal final].

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Maratón 3/5:

Afueran habían pocas personas, algunos (como Sarah Carpenter y Peyton Clark) arrinconados contra la pared metiéndose la lengua hasta la garganta y otros (como Camila Duin y Cameron Boyce) solo conversaban como parejas normales y civilizadas. Me acerqué a ellos, quienes sonrieron... hasta que le di un zape a Cameron en toda la frente.

—Aaaaauch —se quejó—. ¡¿Y eso por qué fue?!

—Por andar de paparazzi cuando no te llaman. ¿Alguno de ustedes ha visto a mi novio en una persecución con un oso azul vestido de ramera?

—Esa definitivamente es una pregunta que no te hacen todos los días —murmuró el pecas.

—Ni que lo digas —dijo Camila—. Y sí, se fueron para atrás. Por cierto, ______, feliz cumplea...

No la dejé terminar. Y no es porque sea maleducada ni mucho menos, pero no eres la misma cuando tu hermano quiere matar a tu novio.

Mi vista al dirigirme a un costado de la casa inmediatamente se fue hacia la escalera de emergencia que conectaba con mi habitación. Ahí encontré a Honguitochico, en la cima de la escalera, dando gritos y toques frenéticos a la ventana del dormitorio. Más abajo estaba Diego, batallando consigo mismo para que el disfraz cupiera en el pequeño espacio entre la pared y el barandal, y sin conseguir mucho éxito. En sus manos sacudía amenazadoramente una rama de algún árbol.

—¡Voy a asesinarte! —gritaba, como si Corey no se hubiese dado cuenta ya.

Hice un hueco con las manos alrededor de mi boca.

—¡Hey, Honguitochico! —exclamé.

Ambos, osa y humano, voltearon. Le hice señas a este último y por suerte entendió, y lo mejor fue que lo hizo primero que Diego, así que para cuando descubrió lo que pretendía, Corey ya había saltado de la escalera y venía corriendo hacia mí. Su cara pedía indicaciones.

—No preguntes, sólo corre.

—¡EH! —gritó Diego.

Por un segundo creí que vendría en nuestra búsqueda, y eso seguro era lo que iba a hacer, pero desgraciadamente (para él) se quedó atorado en la escalera. Tomé a Corey de su manga y lo jalé conmigo.

—Andado.

Mi hermano seguía con sus chillidos.

—¡_____, vuelve acá! No trates de salvarle el trasero que no tiene, ¡VOY A COSERLE EL CULO!

Corey hizo una mueca de dolor y asco a la vez. Yo rodé los ojos y halé de nuevo. Juntos corrimos hasta salir del patio de la casa. La música, risas y los gritos de Diego dejaron de escucharse cuando doblamos una esquina, pero aun así no dejamos de avanzar. Pensaba que en cualquier momento la osa prostituta azul le saltaría encima con hilo y aguja para cometer lo prometido, y por eso no me sentí segura hasta que estuvimos a dos o tres calles lejos de la fiesta.

Me senté en la acera, jadeando. Honguitochico también lo hizo.

—Eso... estuvo intenso.

Lo miré. Tenía el cabello alborotado pegado a la frente y los lentes torcidos. Se los acomodé con la mano... luego le di un zape.

—¡Hey! ¡¿Y ahora qué hice?!

—No lo sé, sólo sentí que era el momento justo —encogí los hombros—. Por cierto, ¿por qué le gritabas a la ventana?

—No le gritaba a la ventana, ¡le gritaba a Sabrina! ¡La muy rubia teñida no me quiso abrir!

—Sabrina es rubia natu... Espera. ¿Qué carajos hacía ella en mi habitación?

A Nuestro Estilo [Corey Fogelmanis y Tú] {AEDDC#3}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora