-¿Una fiesta? ¡Ay, qué lindo, una fiesta!
Mi madre estaba emocionada, pensé que había creído que la habían invitado a ella al cumpleaños de Ferrari. En el colegio había sido la comidilla de la mañana, todos iban a ir. A mí, debo confesarlo, me daba un poco de pudor, sobre todo si había baile. Tengo una imposibilidad congénita para que mis pies y el resto de mi cuerpo, puedan moverse al ritmo de la música, de cualquier música.
-¡Una fiesta! ¿Y qué ropa te vas a poner? Papá, Julián tiene una fiesta -seguía emocionada. Tenía un brillo en sus ojos y tal excitación que parecía que los mejores momentos de su vida los había pasado en una fiesta; y trataba de hacer partícipe de su entusiasmo a mi padre que, milagrosamente, no miraba fútbol por televisión, sino que estaba estudiando antes de que se le venciera una materia.
-Cuando empecé a salir con tu padre, nos la pasábamos yendo a fiestas. Bailábamos, nos reíamos, a veces hasta tomábamos un poquito de más -dijo mientras se ruborizaba levemente-. Algunos llevaban guitarras y cantábamos. Discutíamos sobre derechos humanos y sobre la violencia en América Latina. Después, cuando vos ya habías nacido, ya no bailábamos, iba menos gente a las fiestas y todos hablábamos de cómo educar a los hijos. Y ahora, casi nunca vemos a nadie y si nos reunimos, las mujeres nos quedamos por un lado y los hombres por otro. Las mujeres se quejan de lo poco que las ayudan sus maridos y los hombres hablan de fútbol, box o carreras. Y si, por casualidad, tenemos todos la misma conversación el tema más interesante es el clima.
¡Ay! ¿Qué nos pasó?
La última pregunta es lo que se llama una pregunta retórica, supongo que ella no esperaba que yo la respondiera, y yo tampoco me animaba a hacerlo. Fundamentalmente, estaba asombrado de cómo una persona puede pasar de la euforia a la depresión en tan pocos segundos. Estuve a un paso de prestarle el CPP, pero no me pareció atinado. Y ahora andaba por ahí, hablando sola, diciendo que me iba a comprar ropa, que mi fiesta iba a ser maravillosa y cosas así. Yo sólo pensaba si iría Julia y si yo le declararía mi amor. No estaba seguro de animarme, pero si la veía allí, con ese cuerpo tan suyo, bailando mientras sus curvas se bamboleaban al ritmo de la música... ¿Podría resistirlo? Y si no tenía el valor, cómo hacer para poder disimular mi amor, el secreto mejor guardado del mundo después de la agenda femenina de Bill Clinton.
Mientras yo pensaba esto, mi madre seguía caminando diciendo la ropa que me iba a comprar, mi padre seguía esforzándose por extraer conocimientos del gran libro que tenía frente a sí. Valentín y Josefina se reían mirando la escena.
Fui a mi cuarto para hablarle a una de mis plantas, Esperanza, que por lo que se notaba a simple vista, no había crecido más que Soledad. Con lo cual se podrían inferir dos cosas: a) que mi conversación era muy aburrida; o b) que el profesor Schneider estaba totalmente loco.
![](https://img.wattpad.com/cover/99740672-288-k174536.jpg)
ESTÁS LEYENDO
NUNCA SERÉ UN SUPERHÉROE (Antonio Santa Ana)
Teen FictionÉsta es la historia de un niño que ha comenzado a hacerse hombre, mirando la vida desde la perspectiva de sus experiencias personales más profundas.