Por la tarde, en casa, estuve descorazonado pensando en ella, la ingrata faltadora, sucumbí a la tentación de las musas y escribí otro poema:
Julia, hoy al colegio has faltado
yo te he extrañado desesperado
y mi corazón estuvo como aplastado.Sé que la poesía a veces puede lastimar.
El arte es así.
Después de ayudar a Valentín con su tarea y a Josefina a vestir a sus muñecas -tareas que disfruto en serio, porque los dos son un encanto, creánmelo-, en el CPP Calamaro cantó Flaca, no me claves tus puñales por la espalda. Después, cuando llegó mi madre, me dispuse a gastar los ahorros de mi vida, tres pesos, que me había dejado mi abuela luego de una serie de preguntas (¿querés que te deje algo de plata?, ¿necesitás?, ¿cuánto te di la última vez?, ¿no la vas a derrochar, no?, etc., etc., etc.), jugando a los Street Figther vs X-Men, sospechaba que un poco de violencia virtual podría ser sano para un adolescente de trece de sexualidad galopante y cayendo en las garras del amor que, ya lo he dicho, hace que la gente se ponga sin remedio, tonta de capirote, de remate.
En ese estado de terrible inestabilidad emocional, traté de sacarle partido a la máquina. Pese a mis denodados esfuerzos no pude pasar del nivel tres. Desconfíen de los video juegos. Sé lo que les digo.Afortunadamente, el resto de la semana, Julia nos honró con su compañía. Jamás supe el motivo de su ausencia ese lunes aciago. Debo reconocer que intenté averiguarlo interrogando a Débora Aberbuj, una pelirroja vivaz que compartía el banco con ella. Débora, con cierta inquina, me contó que apenas intercambiaban palabras; más allá de algún "sacá el codo de mi cuaderno", ni se hablaban. Castaño decía que Julia era una soberbia, desagradable, engreída y vanidosa. Pobre Castaño, dejándose llevar por las apariencias. Sólo porque Julia es bella y usa ropa de muy buena marca, no significa que sea vanidosa. Además, sólo porque ella usa perfume y ropa que huele bien, mientras las nuestras apestan, no significa que sea soberbia. Mi Julia es noble y también muy tímida, sus pensamientos, lo veo en sus ojos, son puros. Probablemente, mientras los demás le reclaman un poco de atención, ella está pensando en el hambre en el mundo. Ella, mi Madre Teresa.
Esa semana en Educación Física inauguramos lo que sería todo un clásico durante el año; sospecho que debe suceder así en todos los colegios del mundo, los partidos de fútbol entre los cursos A y B.
A mí, luego de haber circulado erráticamente por diversos sectores del campo de juego con suerte pareja -sin tocar nunca la pelota-, decidieron ubicarme como último hombre siguiendo este razonamiento:
-Con Alfonso en esa posición no perdemos nada, si alguien llega a avanzar con la pelota dominada tal vez lo moleste. Y si no será gol igual, pero al menos no nos molestará a nosotros.
El que habló fue Bonta, y déjenme contarles que no le guardo rencor por dos razones: a) asumí, siendo un niño, mi absoluta falta de capacidad para los deportes, para desgracia de mi padre que durante años estuvo tratando de hacer de mí un jugador al menos digno.
Tarea que abandonó al nacer mi hermano Valentín, con el que, aparentemente, consigue mejores resultados. Y b) desde la posición de la cancha en la que me ubicaron, prohibiéndome -bajo pena de muerte-, cruzar el mediocampo, se podía apreciar mucho mejor la forma en que realizaban sus ejercicios mis compañeras.
Julia, que obviamente brincaba con ellas, llevaba puesta "aquella" camiseta y unas calzas ajustadas. Era un soberbio espectáculo. Me la imaginaba caminando por las calles de mi barrio, para deleite de los camioneros, verduleros y encargados de edificios duchos en el arte del piropo y la alabanza. Sin duda un cuerpo como el de Julia es de los que estimulan la imaginación.
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NUNCA SERÉ UN SUPERHÉROE (Antonio Santa Ana)
Ficção AdolescenteÉsta es la historia de un niño que ha comenzado a hacerse hombre, mirando la vida desde la perspectiva de sus experiencias personales más profundas.