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En el fin de semana no escribí ningún poema, estaba demasiado confundido. Me mareaba recordar la foto de Julia con Juanignacio, esa proximidad, la mano de Rambo en su hombro, me ponía celoso. Y la otra foto, la de Julia de cuerpo entero, y sus pelitos rubios bronceados por el sol, también me mareaba y cómo.
  El domingo al mediodía mi abuela nos invitó a comer en un restaurante. Jamás lo había hecho. Mi madre le preguntó si tenía algún plan oculto y ella se ofendió. ¿Por qué? ¿No puedo querer pasar un rato agradable con mi familia? ¿Te ofende que los invite a comer? ¿Te parece mal? ¿Tengo que pedir autorización antes de invitarlos? Y etc., etc., etc. Cuando anuló cualquier tipo de resistencia por parte de mi madre, nadie es tan fuerte para resistir una andanada de preguntas de mi abuela, nos dijo cual era el restaurante que había elegido. Era una parrilla.
  Fue algo salvaje. La fiesta del colesterol malo. Un escándalo de morcillas, chorizos y tiras de asado. Creo que jamás vi a mi padre tan feliz, como cuando pedía otra bandeja de papas fritas. Además, no tenía que lavar los platos.
  Mi madre, impertérrita, sólo comió lechuga. Mi abuela, militante de la causa carnívora, nos instigaba a seguir comiendo. (¿Está rico? ¿No le falta sal? ¿Querés más carne? ¿Más morcilla? ¿Seguro que no querés nada más?). La abuela nos zampó doble porción de postre a todos. Mi madre protestó porque no había té verde, pero al final, se conformó con uno de manzanilla.
  Al volver a casa tampoco pude escribir ya que, luego del banquete, mi aparato digestivo le quitaba demasiada sangre a mi cerebro.
  Llamó Castaño, quería hablar de algo relacionado con Grezzi, no lo escuché, me sentía tan pesado que no podía concentrarme. Quedamos en hablar en el colegio al día siguiente. Me sentía fatal pero no me animaba a pedirle a mi madre que me diera algún digestivo, no quería enfrentarme a su mirada victoriosa. Así que me encerré en mi cuarto a esperar que el malestar pasara solo. Desconfíen de las orgías de colesterol, sé lo que les digo.

NUNCA SERÉ UN SUPERHÉROE (Antonio Santa Ana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora