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Ya de vuelta en casa y luego de que mi madre le contara todo a mi padre, y él  musitara un: "Ajá, qué bien" mientras abría una lata de cerveza holandesa, ella nos preparó unos fideos con harina de gluten, creo, ya que no recuerdo qué males traían los fideos amasados con la harina que había comido durante los trece años de mi vida. Mi padre se fue a dar una vuelta, sospecho que a comer milanesas con papas fritas en el bar de la esquina. Ella se puso a escuchar una canción de Jaime Roos, un músico rioplatense  (que es la definición que usamos los argentinos cuando queremos apropiarnos de algo que es uruguayo) que había sido el tema musical de un teleteatro años atrás.
Yo la escuchaba y pensaba en Julia, Oh, mi Julia. Algún día verás, que me voy a morir, amándote, amándote, amándote. ¿Cómo abrir los cerrojos de tu corazón?
¿Podrás perdonarme por haber pensado en tener la emoción con Ferrari? Después de todo era sólo algo fisiológico, en ningún momento dejé de pensar en ti, mi Julia. (Algún día verás, que voy a morir, amándote). Me imaginé que estaba en una isla en el Caribe, frente a un mar turquesa, con mi Julia (Amándote).
Caminábamos de la mano mirando al sol, mientras las gaviotas, o los pájaros que haya por allá, volaban alrededor de nosotros (Amándote), nos veíamos a los ojos, ella sonreía y... sonó el timbre, y obvio que no era Julia.
  Era mi abuela.
  Mi madre había encendido unas velas aromáticas, con las que Josefina jugaba al cumpleaños feliz, soplando y prendiendo las velas.
   -¿Por qué hay ese olor tan raro? ¿Se les quemó la comida?
  Mi madre le contó los cambios que habían surgido en su vida desde la noche anterior y le dio pie a mi abuela para que ampliara su interrogatorio con preguntas nuevas.
  -¿No te estarás volviendo hippie, nena? ¿Esa Laura a qué se dedica? ¿Tiene hijos? ¿Será por eso que tiene tiempo para ser new age? ¿Desde cuándo comer mucha carne hace mal? ¿Pueden apagar esas velas? ¿Acaso no les molesta ese olor espantoso?

  Y así siguió y siguió, toda la tarde. Mi madre se limitó a contestar el interrogatorio y yo me encerré con una enciclopedia buscando ampliar mi vocabulario por dos motivos: a) debía impedir que las mujeres me siguieran dejando sin palabras; y b) si iba a convertirme en poeta, ya lo era, tenía que empezar a utilizar algunas palabras más extrañas. Luego de un par de horas dedicadas a la lectura de la letra A, anoté algunas que rimaban con Julia, como por ejemplo: abulia y alubia. Descarté afonía aunque se me ocurrió un poema, que no figurará en mis obras completas, y lo tiré, para que después de muerto a nadie se le ocurra publicarlo. Era así:

               Oh, mi Julia
              ¿quién lo diría?
              de tanto nombrarte
              he llegado a la afonía

   Descarté también acetonuria, ya que significa presencia de acetona en la orina y me pareció muy poco romántico.
   Anoté un par de palabras para empezar a usar y sorprender a mis compañeros, alabancioso, que quiere decir jactancioso. También, alelomorfo, que se presenta en distintas formas. Me gustaron muchas otras, pero no las anoté porque no se me ocurría en qué momento usarlas, por ejemplo: arcatura; arjorán; astrictivo. Me propuse hacerlo más a menudo. Es que usamos tan pocas palabras y el español es un idioma tan rico...

NUNCA SERÉ UN SUPERHÉROE (Antonio Santa Ana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora