VII
Alphavirus
229 horas para El Renacer.
Al llegar a la sede principal de Empresas Roux, una de las cinco grandes empresas farmacéuticas que había en la ciudad, Lune y Dan bajaron de la patrulla.
Lune seguía todavía conmocionada por lo que había sucedido en el departamento. Habiendo seguido el consejo que Dan le había dado sobre preguntarle a Carla qué era en sí ser género fluido, se terminó llevando una sorpresa que le dejó más dudas que respuestas.
Sí, él le explicó con lujo de detalles lo que era ser género fluido, sumado a una clase de diversidad sexual que casi le hizo derretir el cerebro por la cantidad de términos, etiquetas, y cosas que había, sin embargo, lo del final fue lo que la hizo casi explotar... y, para su sorpresa, dudar.
Todo fue relativamente bien hasta ese fatídico momento. ¿Por qué tuvo qué replicarle sobre su asexualidad? Peor aún, ¿por qué tuvo que sentirse así por ese beso? No era la primera vez que era besada por alguien, antes había tenido parejas como para no inmutarse por ello, ¿entonces por qué? No tenía la menor idea de si Carla se llegó a sentir como ella, con esa especie de nerviosismo y temblor cuando la besó. «No sentí nada», recordó sus palabras. Un gruñido subió hasta su garganta y se quedó allí, esperando a ver si Lune se decidía a soltarlo.
¿Cómo no se puede sentir nada al besar a alguien? Por más que cualquiera diga que un beso es un beso, siempre deja una sensación de fondo. Es imposible que exista alguien que no sienta nada. ¿Pero si no sentía nada, por qué lo hizo? Lune no se terminaba de creer que era para probar un punto, solo le hubiera bastado decirle que era complicado de explicar y listo. No era necesario el haberla besado.
—Lune —la llamó Dan—, te están hablando.
La loba roja parpadeó saliendo de sus pensamientos, estaba en la recepción del edificio, un enorme espacio con azulejos blancos y paredes grises, al fondo se divisaban dos ascensores, por los cuales todo tipo de animales en trajes entraban y salían, frente a ella había una enorme recepción de piedra, que, tenía que admitir, combinaba bien con los azulejos. Tras esta, había un conejo, blanco como la nieve, de ojos verdes y, curiosamente, con un mechón igual de negro que su traje; parecía una imagen en negativo.
Este la miraba como esperando algo.
—¿Disculpe? —preguntó.
El conejo espiró con molestia y fijó su mirada en ella.
—Le acabé de preguntar si su motivo de visita es el mismo que el del policía aquí presente —dijo—. Nosotros no podemos interrumpir a la jefa cada que viene cualquiera y solicita verla.
Lune iba a decir algo, pero Dan se le adelantó, carraspeó para hacerse notar y le mostró la orden del Fiscal con falsa modestia. El conejo sacó unas gafas del bolsillo de su saco y se las colocó, pasó los ojos por la orden y chistó por lo bajo, se dirigió hacia el teléfono fijo en su escritorio y apretó un botón. Luego de dos tonos, una voz elegante, resuelta y con el inconfundible toque femenino, habló:
—¿Sucede algo, Alex?
El conejo, Alex, pareció escoger las palabras para decir.
—Señorita Roux, dos oficiales de la ZPD están aquí pidiendo verla; tienen una orden emitida por el Fiscal de la ciudad...
—Y que es para ahora —enfatizó Dan.
Alex le lanzó una mirada homicida al zorro y se centró en la línea, se veía tenso, como si temiera algo. «Es la jefa, es normal, quizá teme que lo despidan.» Luego de que Roux dijera un claro y corto «hazlos subir», el conejo les indicó el piso en el que se debían bajar, el pasillo a tomar y la sala a la cual entrar. Acto seguido se quitó las gafas, las limpio con cuidado y los miró con un pequeño vestigio de enojo.
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Zootopia: Osiris (SEPT 3)
FanfictionLa ciudad está creciendo exponencialmente... con todos los riesgos que eso conlleva. Nick y Judy, quienes pensaban que luego de la SPQR, las cosas serían más tranquilas, se verán envueltos en una carrera contrarreloj para lograr detener algo que pue...