XI. Como si ya se conocieran

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180 horas para El Renacer.

El introducir Anj en el buscador de Zoogle no les arrojó resultados concretos, solo apuntó lo que ya sabían: que era un símbolo egipcio que representaba la vida, más nada. Luego de recorrer páginas y páginas en el buscador, decidieron enfocar la búsqueda de forma más específica, colocando así edificios, construcciones o algo en la ciudad que contuviera dicho símbolo. Por un momento se habían ilusionado al ver que solo eran cinco enlaces, pero todos eran de negocios de envíos Egipto-Zootopia.

Nada que valiera la pena.

Nico se había sentido esperanzado, es decir, si no encontraban nada referente a eso en la edificaciones quería decir que no tendrían que lanzarse aquella campaña en búsqueda de todos los lugares, sin embargo, poco le duró la esperanza, porque exactos diez minutos luego de que Sadie se diera por vencida con respecto a la búsqueda virtual, le propuso la mayor locura del mundo:

—Busquemos nosotros mismos.

—¿Estás de broma? —respondió Nico, sin tomar enserio aquella propuesta, ¿de verdad pensaba que iban a buscar distrito por distrito algo que tuviese que ver con los Anj?

No necesito respuesta, con ver el brillo en sus ojos, que ahora parecían color verde grisáceo, supo que lo decía enserio. Eso, y sumado a que estaba empezando a curvársele una sonrisa. ¡Por los dioses, ¿es que esa lince no podía divertirse como un animal normal?! ¿Qué tenía de emocionante el seguirle la pista, o en dado caso intentar de seguirla, a unos locos asesinos? Es como si gritaran para que los maten. Bueno, tenía que ser sincero, sí causaba cierta emoción, la forma en que podrían ser más astutos que ellos y poder encontrarlos, o la adrenalina por cubrir sus pasos para no dejar que los encuentren; si eso era ser policía, no veía tan mal la carrera. Tal vez podría ser como Meloney. Pero luego recordó todo lo que pasó de más chico, el secuestro de la SPQR de sus hermanos, el cómo le inyectaron el nuevo prototipo de los Aulladores, y cómo terminó Sabrina, para alejarse totalmente de eso.

Sería policía el día que Sadie fuera introvertida.

Lo que es igual a nunca.

Se pasó una pata por el rostro y luego por las orejas, rozando la perforación que tenía, la cual se lo había hecho en un cumpleaños de ella, aunque no tenía recuerdos de cómo y se recordó el tener qué quitársela. Se dejó caer de hombros a la vez que suspiraba, sonriéndole resignado al destino que lo deparaba.

Después de todo, si se mantenían con cuidado, ¿qué sería lo peor que podría pasar?



178 horas para El Renacer.

—Sí, Sabrina —le contó Meloney por teléfono mientras subía en el ascensor del Hospital Militar al piso donde tenían a James, le sorprendía el hecho de que su móvil tuviera señal dentro de aquel cubículo, aunque más le sorprendió el hecho de cómo había quedado Rachel. Ella no era un as con las armas, o con la precisión, pero solo tuvo que ver el rostro de su cuñada para darse cuenta que lo que dijo su padre había sido poco; semejante nivel de precisión no lo tenía cualquiera. La bala, según lo que le habían dicho los médicos, le había atravesado la mejilla izquierda, quebrando dos colmillos de ese lado y destruyendo cinco del lado derecho, no hizo falta decir que la mejilla derecha se la tuvieron que reconstruir con cirugía plástica. No pudo mirarla mucho tiempo, le hizo recordar cómo había estado Sabrina aquel tiempo, postrada en una cama. «Los Wilde parecemos tener una maldición que ni siquiera nos afecta a nosotros, sino a lo que más nos importa», había pensado al verla; primero Nick con James, según él mismo le contó, luego ella con Sabrina, y ahora James con Rachel—, eso fue lo que el médico me dijo de ella.

Zootopia: Osiris (SEPT 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora