XVIII. Encuentro e imprudencia

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155 horas para El Renacer.

En la camioneta de la policía, adecuada para los animales de gran tamaño que eran los que la acompañaban, Judy estaba dándoles los últimos repasos a su plan de acción para traer de vuelta a Sadie. Los oficiales a su lado estaban sin expresión alguna en sus rostros, solo con el equipo de operaciones especiales (chaleco, armas y recursos varios) y la vista al frente; poco a poco se acercaban a destino. La jefa de la ZPD, minúscula ante sus dos compañeros (un tigre blanco y un león), se repetía lo que harían: llegar, entrar, capturar a quien pudiesen y dar de baja lo menos posible, para último sacar a Sadie de allí; algo fácil, en teoría. Claro, si la dirección que les dieron era correcta.

Alzó la mirada y vio que la escarcha del ecosistema invernal acariciaba las ventanas del vehículo, empezando a quitarle visibilidad; al frente, Orwell, un mapache, encendió los limpiaparabrisas. Sabía que eran pocos, muy pocos para una intervención de la que no tenía conocimiento, y no le gustaba aquello, porque desconocía qué tanto harían o cuántos les harían frente; solo eran cuatro, consigo misma. Avanzarían cubriéndose los unos a los otros en espera de la patrulla que había pedido de refuerzo cuando decidieron ir a Tundra, para poder atacar a fondo.

A su derecha, Lewis, el león, frunció el ceño y se acomodó la semiautomática en el regazo; Aschersbelen, o Archer, como le decían en la jefatura, a su izquierda, dejó escapar aire mientras trataba de ver por la ventanilla cubierta de nieve. Judy sabía, aunque ellos no se lo dijeran o expresaran, que estaban nerviosos; después de todo era su primera misión de tal magnitud, solo esperaba que ellos dieran la talla.

«Lo harán», pensó cuando estacionaron frente a un despacho de psicología en el ártico distrito.

Bajaron de la camioneta los cuatro, Archer y Lewis cubriéndolos con las semiautomáticas y ella y Orwell con las armas reglamentarias, se hubiera traído una semiautomática más pequeña, pero no quería que el peso le jugara en contra. Aunque se lo negara siempre, ser una coneja jugaba en contra algunas veces, más aún siendo policía. Revisó el cartucho de su arma y constató de que las quince balas estuvieran allí; lo estaban.

Inspiró profundo sintiendo el frío en su nariz y observó el edificio. Era pequeño, solo dos pisos, de un marrón cartón y de paredes de hormigón; en el primer piso tenía un ventanal con una cortina que impedía la vista hacia dentro, y las tres de arriba, descorridas, dejaban cavilar de que no había nadie. No descartaba la posibilidad de que hubiera un sótano, pero al menos no había azotea, por lo que no podría saltar al edificio contiguo para huir; ya había pasado por eso una vez. Aunque parecía sencillo, la fachada transmitía una opresión, como si el aire circundante se hiciera mucho más denso y la larga sombra en el suelo que se formaba con los escasos rayos de luz que se colaban por las nubes y atravesaban la cúpula del ecosistema, aumentaba esa sensación.

Sacudió la escarcha de su rostro con un sacudir de su cabeza y se dirigió hacia sus animales, estos le devolvieron una mirada firme.

—No se separen hasta que lleguen los refuerzos, ¿entendido? —les indicó, alzando el arma.

Los tres asintieron al unísono. Judy le hizo una seña a Orwell y el mapache se acercó a la puerta para abrirla. Este levantó una pata y mostró tres dedos. Bajó uno, luego el otro, en una cuenta regresiva. Llevó su pata al pomo y bajó el último al tiempo en que abría la puerta.

Siempre para Judy aquellos momentos antes de entrar a un lugar peligroso parecían eternos, como si el tiempo se detuviera durante un soplo y tomara su curso con impulso feroz. De esa misma forma se sintió esa vez, solo que cuando la realidad pareció volver a seguir, en lugar de escuchar los pasos de sus oficiales hacia el recinto lo que la trajo de vuelta como un golpe al estómago fue el sonido de un disparo, corto y seco, y el cuerpo de Orwell cayendo hacia atrás, con una gracia mortuoria.

Zootopia: Osiris (SEPT 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora