XII. Ficha técnica

242 34 52
                                    

175 horas para El Renacer.

No había durado mucho en llegar, cruzar desde Plaza Sahara hasta Tundratown no era muy difícil, ambos distritos estaban uno junto al otro, lo que sí fue difícil fue adaptarse al cambio; cuando había llegado a Sahara, su cuerpo estaba, en teoría, recién levantado, pero ahora que estuvo tanto rato en el arenoso distrito y cambio bruscamente a Tundratown, con climas opuestos en su totalidad, el cambio climático le pegó duro.

Sí, Nick era un zorro que se movía con sencillez entre los distritos, sin embargo, todo animal sabía que entrar de un distrito a otro tenía su impacto en el cuerpo, quizá no mucho de, por ejemplo, Sabana a Forestal, aunque de Tundra a Sahara o viceversa la cosa cambiaba mucho. Se había sentido mareado cuando condujo su patrulla por el túnel de la barrera divisoria entre los distritos, aclimatando el interior de la misma con el aire acondicionado, bajando dos grados la temperatura, en un intento de aclimatarse al abrasador frío del ártico distrito.

Estacionó en la dirección que Zanahorias le dio por mensaje, encontrando así la propiedad de Inval, y también a ella, esperándolo golpeteando el suelo con una pata, con una actitud molesta, Nick diría que casi desesperada. Sonrió cuando giró la llave de la patrulla para apagarla; «algunas cosas nunca cambian.»

Bajó y llegó con ella, y luego de saludarla y pasarle la cola alrededor del cuello para resguardarla del frío (porque bien sabía que ella no toleraba muy bien el distrito, por más que se empeñara en demostrar lo contrario) observó la propiedad del difunto lobo negro. Era una casa enorme, de dos pisos, y aunque tenía el mismo diseño que las contiguas, algo se destacaba de esta, y era que, además de estar pintada de un blanco casi igual a la nieve que caía, difiriendo de las demás, tenía dos enormes generadores de electricidad a cada lado.

Eso activó una alarma en Nick, y también en Judy, ya que sintió como su nariz se movió contra el pelaje de su cola, lento y pausado, indicativo de estar pensando algo con detenimiento, porque ninguna casa corriente, por más grande que fuese o muchos electrodomésticos que tuviera, necesitaría dos generadores industriales. Le dio una mirada a ella y cuando sus lilas encontraron sus verdes, supo que irían a chequear la línea eléctrica del lugar; llevaban tantos años trabajando juntos, siendo parte del otro, que incluso sabían lo que el otro pensaba.

Judy se salió del abrazo de su cola y se fue al generador derecho, mientras Nick al izquierdo. Al llegar, admiró su rumor intimidante, como si fuera un Bogo que en cualquier momento daría una cornada; tenía un leve vibrar, lo que daba a entender que estaba en funcionamiento. Revisó el voltaje y casi se cae hacia atrás por el número, superaba con creces, con una ridícula cantidad, los normales 120 voltios o incluso los aumentados 220 voltios de las casas o departamentos normales. Posó una mano en la carcasa exterior, percibiendo el confortable calor que irradiaba, derritiendo la fina capa de escarcha de nieve encima del metalizado refuerzo.

Luego de revisarlo al dedo y no encontrar nada más destacable que lo anteriormente visto, volvió con Judy a la puerta de entrada.

—¿Piensas lo mismo que yo, pelusa? —dijo Nick.

Judy asintió.

—Ninguna casa normal se maneja con tan ridícula cantidad de corriente, esto es como para suministrar a tres centros comerciales a la vez, o qué se yo. Es demasiado. Aquí hay gato encerrado.

—¿No querrás decir lobo encerrado?

Judy se le quedó mirando, alineando ambas cejas en una línea perfecta.

—¡Oh, vamos, Zanahorias! —exclamó Nick—. Ese fue bueno, y lo sabes. —Ella levantó la comisura de sus labios a la vez que movía la cabeza en gesto negativo casi imperceptiblemente—. ¿Ves? Te lo dije —Nick se estiró el cuello de la camisa, conforme consigo mismo—. Aún no he perdido facultades.

Zootopia: Osiris (SEPT 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora