XXII. Elegía

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123 horas para El Renacer.

Hacía ya tiempo que no veía un caos como aquel. No podía parecerse a los enfrentamientos que había vivido con Zanahorias, porque aquellos no tenían punto de comparación. El golpe a la mansión de los Olímpicos o a Bellwether en aquel edificio eran simples, dos puntos, ellos y sus contrarios. Este suceso era distinto: animales corriendo asustados, refugiándose de las ondas de calor que destilaba el estadio cuyas llamas se lo iban comiendo poco a poco, otros varios con quemaduras leves que eran atendidos por los paramédicos de los distintos centros hospitalarios de la ciudad, o aquellos animales que exclusivamente era atendidos por la Cruz Roja por las heridas tan importantes que tenían. Sólo le podía venir un recuerdo a la mente: cuando ambos, Nick y Judy, pelearon contra Afrodita en Burrows, hacía tantos años.

Sin embargo, en ese tiempo, en aquella riña, no se percibía lo que ahora, ese miedo pululando entre las masas. Aquella neblina del temor y la incertidumbre. No hallaba qué hacer en esos momentos, no era como Judy, quien apenas se bajó de la patrulla desapareció rumbo a los demás animales que salían del estadio, indicándoles hacia dónde dirigirse y gritando pautas que se perdían en el aire y muy pocos escuchaban.

Era realista, en esos momentos lo que menos importabapara los que huyen es dónde está cada cosa. Lo único que hay en la mente es sobrevivir. La siguió e imitó, gritando hasta casi quedarse afónico, atento y tomando por los hombros a Judy y moverla bruscamente cuando ella, en su intento de querer ayudar, no se daba cuenta de algún animal que venía hacia ellos descabritado y asustado.

Un rinoceronte pasó tan cerca de los dos que Nick reaccionó por instinto, apartándola, y cuando la gran forma se apartó de su campo de visión, vio a un guepardo mirando el lugar, ubicándose, siendo seguido por dos tigres y un lobo. Samuel se cubría el rostro con una pata, como si se protegiera de un sol intenso. Sintió cómo Judy se salía de sus patas y corría dando pequeños saltos inconscientemente. La siguió.

Nick inspiró profundo cuando vio el estado de Samuel. El rostro tenía un aspecto extraño, puesto que no tenía pelaje en el mismo; lo que había quedado del pelaje eran puntos negros casi pegados a la piel quemada, unas partes se veían rojas, otras rosas, y en otras, unas extrañas líneas de algo amarillo le brotaban.

—¿Qué sucedió dentro, Samuel? —preguntó Judy, elevando la voz para sobreponerse al griterío de los animales y el estruendo de las sirenas tanto de bomberos como de policía y paramédicos.

El lobo trató de hablar, pero parecía sufrir por sólo intentarlo; Benjamín, parpadeando para volver en sí y poder apartar la vista de su novio, volvió en sí.

—Estábamos en el concierto cuando vimos la primera explosión —relató Ben; la ropa se le pegaba al cuerpo, así como a Samuel y a los tigres que intentaban hacerse pequeños y desaparecer de la vista. Lo intentaron, aunque cuando dieron un paso atrás Judy los señaló en una clara advertencia de que no se movieran, sin siquiera molestarse en apartar la vista de los ojos del guepardo—. Pensamos que era parte del número, pero entonces Gazelle se fue junto con unos cuantos de sus bailarines y... —Mientras más contaba, más rápido hablaba, notó Nick— entonces vino la segunda y nos dimos cuenta de lo que en verdad pasaba. Intentamos huir y... y Sam quedó así.

—Calma, Ben —jadeó entrecortadamente Sam, con los ojos cerrados; se volvió hacia donde estaba Judy. Tal vez, pensó Nick, ubicándose por la voz—. No sé cómo iniciaron la primera explosión, pero lo que sí sé... —Jadeaba mucho, costándole seguir— es que era un plan ideado con detenimiento. Tenían un tanque de propano en las tuberías del gas que se interceptan bajo el estadio; un control de válvula.

—De esa manera —continuó Judy, especulando—, si el tanque explotaba dañaría la tubería y el gas se colaría. Y con el fuego... —Se llevó una pata a los labios.

Zootopia: Osiris (SEPT 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora