Como en los viejos tiempos

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Haber tomado un vuelo improvisado hacía Nashville, había sido probablemente la peor decisión que había tomado, al menos hasta ahora.

Durante todo el viaje, los síntomas de mi embarazo parecieron aumentar al doble. Los mareos y las náuseas se habían hecho presentes durante todo el vuelo, haciéndome vomitar sobre la elegante tapicería del avión.

Cuando por fin llegue a Nashville, John mi chofer y piloto me había traído a casa de mis padres.

—¿Quiere que la ayude a bajar señorita?— pregunto John, mirándome por el espejo del auto; yo tenía una finta horrible pálida y débil, que hacía preocuparse a cualquiera.

—No, no está bien John... sólo encárgate de mí equipaje— repuse y John asintió poco convencido, para luego bajar del auto y sacar mis maletas de la cajuela.

Mi cabeza daba vueltas y mis bazos se sentían pesados. Tomé una respiración profunda y empuje la puerta del auto. Apenas puse un pie fuera del auto sentí que mi cuerpo se iría hacia abajo pero pude sostenerme, al segundo pasó... mi cara estaba entre las petunias purpuras del jardín de mi madre.

..............

Me encontraba afuera de la casa de Adam, más bien nuestra antigua casa.

Sentía una terrible sensación en mi estómago, y no, esta vez no eran nauseas. Era mis nervios matándome.

Toque una vez más el timbre. Y esperé un poco más, la brisa marina me hizo estremecer, impaciente miré a través de la puerta de cristal. Cuando de pronto, esta se abrió.

Adam salió, llevaba la misma camiseta blanca y jeans que siempre. Una expresión molesta se apodero de su rostro al verme. —¿Qué haces aquí?

—Uhm... bueno yo, tengo que hablar contigo— farfullé torpemente

—¿Hablar? Nosotros no tenemos nada que hablar...—puso cara de amargura

—No, no... Adam tu no entiendes, esto es realmente importante— añadí rápidamente

Él se limitó a soltar un suspiro exasperado. –Como sea, si no te escucho nunca te irás...—

—Adam... estoy embarazada— solté, sintiendo una presión en mi pecho.

—Uhm... felicidades—murmuró sin ningún entusiasmo

Mi cara de descompuso en una mueca de indignación. —¿Qué? ¿Felicidades? ¿Es todo lo que tienes que decir?— escupí furiosa

—¿Qué quieres que te diga?— alzó los brazos al aire

—Tu eres el padre... —dije con voz rota, a punto de llorar. ¿Por qué se comportaba de esa manera conmigo?

—Taylor, no me importa... te dije que no quería tener hijos. Además estoy en una relación ahora mismo, no puedo dejar a mi novia sólo porque vienes aquí y me dices que está embarazada— contestó con brusquedad

—¿Por qué te comportas así? No te estoy pidiendo que dejes a nadie, yo sólo...— me cortó

—¡Basta! No quiero seguir escuchando, por favor vete... no me importa nada de lo que tengas que decir— dijo con voz fuerte y enfadada comenzando a empujarme hacía las escaleras

—¡Suéltame! ¡Adam, me estás lastimando, basta!— gritaba con desesperación, pero él no parecía entender mis palabras.

Me desperté respirando grandes bocanadas de aire. Ya no estaba en el porche de la casa de Adam, estaba en mi antigua habitación, la luz de la luna entraba por el enorme ventanal y yo estaba recostada sobre la cama cubierta por una pesada manta de cachemira bañada en sudor. Me había quedado dormida, nada más. No había ido a Los Ángeles y Adam no me había echado a empujones de su casa.

Mine (TAYVIN) 2da temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora