Capítulo 11 |La velada

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«Si no deseas que me marche, de muestrame que tú también puedes amarme... y que también te estas muriendo por besarme»

(POV — Sammy)

-... Mejor ponte este – la voz de Mariola de nuevo por quinta vez me llama la atención que segundos antes estaba puesta sobre Esperanza quien sostenía un vestido negro con lentejuelas, me rasco la cabeza con impaciencia, estas dos mujeres me tienen agobiada, Mariola esta vez muestra un vestido gris demasiado corto. Definitivamente no.

-¿Y que tal este? – dirijo mi mirada esta vez a Esperanza quien muestra un vestido azul celeste, es hermoso y algo corto también.

-Es perfecto – dice una Mariola emocionada.

-No entiendo porque debo vestirme con ese trapo – me dejo caer en una de las sillas de la tienda, la dependienta me mira raro, si amiga no tengo un puto arreglo.

-Porque vas a salir esta noche a cenar – miro a Esperanza con un signo de interrogación en mi cara – normalmente cuando vas a salir a cenar te pones bella y sacas lo mejor de ti para lucir esplendida.

-Pero solo saldré con Lolo... y no es que él no se merezca que luzca bien es simplemente que es una cena de amigos – ambas se miran entre si – no es como que valla a una cena con el hombre de mi vida – suelto una carcajada al ver los rostros de ambas mujeres.

-Lo que digas pero en todo caso te llevaras el maldito vestido con zapatos de infarto y te lo pondrás esta noche – okey esto es nadar contra la corriente, ambas vuelven a sus labores, miran se enseñan entre si prendas que yo en mi vida me podría y zapatos de vértigo ¡Dios quien se sube a una monstruosidad de esas!

Observo a mi alrededor y veo un afiche donde se promociona el concierto que será dentro de dos días, aunque apenas si hemos tenido tiempo para hacer turismo, el ritmo exigente de la agenda de Pablo es un total sin parar pero gracias a que movimos ayer muchas entrevistas e hicimos la mayoría de cosas que debíamos hacer hoy tuvimos mediodía libre.

Empiezan a llegar más personas a la tienda y yo me retiro un poco al ver cómo me miran de arriba abajo sin ningún reparo o respeto para conmigo, si lo se soy un desastre en todo mi atuendo es muestra de ello, las personas son en ocasiones tan superficiales, tan vacías y no niego que un buen físico atrae, claro que lo hace pero que te haga sentir especial en todo los sentidos eso debe ser el puto cielo, pero yo... no he tenido de esos y quizás nunca lo tendré, ¿quién podría ver en mi lo que yo no?, siento vibrar mi teléfono al mirar la pantalla mi corazón se acelera.

-Hola – mi voz se torna gruesa con el impulso de llorar ¡Dios! ¿Cuándo dejara de doler?

-¿Samantha hija como estas? – su voz la voz de ese hombre que me abandono aun estando presente en casa, aquel que desprecio a mi hermano ese hombre que él día de ese accidente no solo perdió a un hijo también a una hija – hija háblame por favor.

-Pa... Santiago – me corrijo con el nudo en la garganta, mis lagrimas piden salir a flote – estoy bien.

El silencio se instala entre ambos y tanto él como yo sollozamos ¿Cómo hacer para que no duela mas?, no quiero que sufra pero simplemente mi vida ya no es vida después de... y aun no logro reponerme.

-Te extraño hija, te extraño mucho – es la primera vez en estos dos años que siento llorar a mi padre de esta forma.

-Yo toda mi vida lo he hecho Santiago – salgo directo al baño de la tienda no quiero que me vean llorar o hacer un show, cuando por fin estoy dentro del baño le echo pestillo a la puerta y me permito llorar aun con mi padre del otro lado de la línea.

Un solo latir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora