Capítulo 22| Indiferencia.

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«Siento un dolor en mi corazón, siento que se acaba de verdad. Todo lo que vivimos los dos algún día tenía que terminar... Todo en la historia se quedara... y esa indiferencia tuya es la que me domina, me hace perder la calma me hace sentir cosquillas y a pesar que terminamos. Sigo pensando en ella pensando en tú sonrisa o pensando en su pelo.»

La indiferencia – Silvestre D.

(POV — Sammy) ~ Málaga.

Bajo del auto y observo la casa que esta frente a mis ojos, Casi me hace señales para que me de paso entre ella, mientras me da una sonrisita de pena. Respiro profundo mientras recuerdo que es la segunda vez que piso esta casa ¡Su hogar!, trago fuerte tal vez este sea mi último día aquí y junto a ellos.

Espero que no... por lo menos.

Pablo no me quiere aquí, no me lo ha dicho pero es evidente. Su lejanía me lo grita. Me evita a toda costa.

¡Sabia! ¡Lo sabía!

Sabía que si le contaba mi verdad él se alejaría de mí, me abandonaría, me repudiaría, como evidentemente lo hizo. Me siento tan triste, tan dolida. Pero es lo que hay, no puedo hacer nada para cambiar mi pasado — aunque quisiera — a él le conté cosas que nunca a nadie le dije, aunque claramente deje en mi interior ese recuerdo, ese duro recuerdo que marco aún más mi vida y el que me hizo cometer aquellas estupideces que hoy cobran un saldo alto en mi vida.

Está claro que si se alejó de mi por saber que soy una suicida en potencia, aquello lo haría despreciarme con más intensidad... según la conversación que tuve con Andrés ayer en la tarde debo pasar página, debo abrirme más ¿pero cómo demonios se logra eso? Es algo que no se puede olvidar, así sienta que yo lo provoque.

Ese es el peor de mis demonios, esa es la sombra que me acompaña desde... ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado? Porque simplemente la vida deja de ensañarse conmigo y me deja tomar un respiro.

—¿Sammy? — Casi agita su mano frente a mi rostro — ¿estás bien?

No.

—Si — trato de sonreírle pero simplemente fallo evidentemente — vamos.

Tomo un respiro mientras cruzamos la puerta principal, al entrar veo a Elena quien regaña a las peques por alguna de sus pilatunas, me encantan esos niños. Veo a Salvador padre sonreír ante la escena mientras se mantiene de brazos cruzados a unos pocos pasos de su mujer, a quien mira con devoción — es evidente como la adora — Salva acaricia la cabecita de Bruno mientras besa su pequeña naricita, pero de repente le da una nalgada a su esposa Alejandra quien pasaba junto a él.

—Hola — saludo tímidamente.

La escena resulta un poco cómica, ya que todos paran de hacer lo que estaban haciendo minutos antes, por un minuto me siento fuera de lugar como una intrusa — para variar — Salva mira a sus padres como si no supiera lo que debe hacer a continuación.

—Samantha, hija — Elena es a primera en contestar mi saludo. Me sonríe cálidamente mientras cruza el salón hasta llegar a mi lado y me abraza — que bueno que estés aquí.

Sonrío con sinceridad.

—Hola, bonita — habla Salva quien se acerca con el pequeño en sus brazos, besa mis mejillas y el pequeño en sus brazos pide protagonismo.

—Hola pequeño — beso sus mejillas rosaditas.

Salvador padre y Alejandra me saludan con afecto, mientras las peques se cuelgan de cada lado de mi cuerpo, no puedo evitar sonreír ante las muestras de afecto.

Un solo latir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora