Todas las noches de mi vida [J.Jonas]

Capítulo XXX

           

—Wow... te ves estupenda _________— me reconoció Kevin cuando salí del baño acompañada de su esposa

—Gracias

—Hora de irnos—anunció Danielle, Kevin se acercó a tomar las cosas que llevaba ella

Tomé mi abrigo y me lo puse sobre los hombros mientras bajábamos por el elevador. Kevin le entregó las llaves al vallet y cuando un hermoso Audi negro estuvo fuera, me coloqué en la parte de atrás, Kevin avanzó entre las bonitas calles parisinas iluminadas con foquitos blancos, dándole la bienvenida a la Navidad.

Kevin estacionó y volvió a entregar las llaves, mientras yo bajaba y agarraba el vestido, para evitar que se enredara con los tacones, cuando alcé la vista, Danielle ya me esperaba con una sonrisa enorme en la boca y la mano extendida.

La tomé y ella me condujo dentro de un local bien iluminado de paredes claras. De pronto, comprendí donde estábamos, me paré en seco.

—Kevin...—grazné

—¿Sí? — él se encontraba delante de mí, caminando lentamente

—Dime que no estábamos en tu restaurante

—Eeeh...

—Tranquila, __________, acompáñame— me dijo Danielle, apretando mi mano

Caminé con precaución, cuidando no analizar las mesas y encontrarlo. Me senté junto a Danielle, en una silla cómoda y mullida, mirando el mantel.

—Todo va a salir bien— me murmuró

—Vamos... debes recuperar lo que es tuyo—dijo Kevin cuando regresó de la cocina, me tomó de la mano y acomodó mi brazo en el suyo

Me levanté con cuidado y no pude evitar reír, aferrándome en a su manga con ganas, nos acercamos a una mesa que había junto a la ventana, Joe nos daba la espalda, reconocí su cuello y observé las piernas largas de Emily que se cruzaban moviendo el mantel y el enorme busto que se asomaba sin piedad del vestido.

—Buenas noches— saludó el mayor de los Jonas

—Hey...— dijo Joe al tiempo que se volteaba en su silla

Los ojos de Joe no pudieron estar más sorprendidos, me miró, abriendo un poco la boca y alzando las cejas.

—Buenas noches— me dijo

—Hola...— saludé

*Joe*

Llevaba un vestido azul precioso, que se ajustaba a las curvas de su cintura y cadera y hacía relieve en su trasero; con el cabello peinado y un maquillaje que no dejaba nada que desear: con los ojos dorados y las pestañas espesas enmarcando los ojos verdes, de labios rojos vino. La piel porcelana tenía un lindo y extraño brillo, al cuello llevaba el collar que le regale, lo que causo un vuelco en el estómago.

—Qué guapa estás— no pude evitarlo

—Gracias...— murmuró con timidez

—Tu mesa está lista, Joe— dijo Kevin, con mucha cortesía

—Excelente— me volteé hacia Emily, estaba lívida

Me levanté con cuidado y acabé mi copa de vino, como prometí: antes de irme. Emily me imitó y se situó junto a mí.

Y sin previo aviso, se acercó a mí y estampó la boca contra la mía, me alejé rápidamente y fruncí el ceño.

—Das pena, Emily— escupí

—Buenas noches a todos— dijo, alzando la cabeza y retirándose, azotando los tacones contra el piso y moviendo las caderas, la gente de la mesa contigua nos miró

—Disfruten la noche— dijo Kevin un poco molesto por lo ocurrido, entregando a __________, ella, un poco indecisa, aceptó la mano que le ofrecí.

Kevin se alejó con paso decidido y yo miré a Evans.

—Hey...—murmuré, acercándola un poco y pasándole la mano por la cintura

—¿Qué fue? — me sonrió un poco

—Te extraño— me incliné para abrazarla y escondí la cara en su cuello que olía a lavanda y frambuesas frescas, como siempre

Recordé todas y cada una de las veces que su olor me noqueo en medio del hospital y fuera de él, recordé la suavidad de su piel debajo de la mía y deseé poder arrancarle el vestido a pesar de lo bonito que se le veía puesto.

Recorrí el pedazo de piel desnuda que dejaba ver el vestido con las manos y me detuve en su cintura, para pegarla mí, ella pegó su cuerpo y pasó los brazos por mi cuello.

—No hablemos de esto hoy ¿ok? — pidió

—Ok... vamos— le tomé la mano y me separé de ella, la jalé hacia las escaleras que había en la parte trasera del restaurante, guiñándole un ojo a Kevin en el camino cuando me vio, mientras hablaba con un grupo de hombres vestidos de ejecutivos.

Las escaleras eran angostas y de madera pulida, con el barandal adornado con pequeñas luces de color blanco que parpadeaban y retazos de tela vaporosa; subí el primer escalón y ella me siguió, agarrando su vestido con cuidado. Hice nota mental para agradecerle a Danielle más tarde, seguro esto era obra suya.

Al final de las escaleras se encontraba una puerta tallada de madera de caoba, barnizada y con un picaporte dorado.

Giré la perilla y empujé la puerta. Esto era obra de Kevin: que tenía un gusto exquisito para la decoración. La habitación era justo como la recordaba: con una bóveda alta de vidrio como techo y un montón de bombillas colgando de la misma, todas encendidas; el piso de madera ligeramente desgastada terminaba de complementarse con la mesa para dos: bohemias. Las puertas del balcón que daban al exterior estaban cerradas pero el frío era evidente, no me importo.

Esta era la mejor mesa de Kevin, debía ser reservada con una anticipación de al menos 3 meses y estaba altamente saturada en diciembre, y pensar que ahí había pensado romperle el corazón a Emily.

—Joe... que bonito...

—Lo es...

Le alejé la silla y cuando estuvimos sentados un mesero subió, abriendo discretamente la puerta.

—Sólo trae una clafoutis, por favor y una botella de tu mejor champán— dije amablemente

—En seguida

_____________ me miraba a través de las espesas pestañas y la boca que parecía una cereza ligeramente abierta.

La puerta se volvió a cerrar y, como pedido mentalmente, una suave música de jazz que aislaba el ruido del exterior y del restaurante resonó en las paredes. __________ miraba alrededor, con una expresión de sorpresa y felicidad, aunque los ojos seguían tristes.