Capítulo 24...El fin

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POV ANTON

¡Un cachorro! Un hermoso cachorro de piel tan blanca como la de su madre, cabello de color castaño, mejillas regordetas, hermoso, muy hermoso. Es igual a Alía, tiene sus mismas expresiones, su parecido es... increíble. No puedo estar más feliz, es todo lo que quería, es igual a su madre y era lo único que deseaba.

Sus pequeñas manitas de aferran tanto a mi dedo, que me es imposible soltarlo. Sobo su pequeño cabello y este se empieza a calmar un poco. Las pequeñas lágrimas de sus ojos empiezan a pararse y poco a poco se acurruca en busca de calor. Cubro con la blanca manta en la que lo han dado y lo meso en mi pecho.

Ya cuando su reparación se regula y me aseguró de que este tranquilo, busco a su madre para que lo conozca.

-Alía - susurro asustada, cuando le veo con los ojos cerrados. Bernardo la acomoda mejor y miro horrorizado la sangre que mancha la sábana.

-Tranquilo, es normal. Debe descansar un poco, ha sido un parto difícil.

-Pero...

-Estará bien, es fuerte Anton. Ahora deja que descanse un poco. Lo necesitara.

Camina junto a mí y al ver a mi cachorro dormir tranquilo, sonríe.

-Nuestro futuro Alfa eh. Te he traído leche en polvo, seguramente se despertará en la noche en busca de comida.

-Dormirá aquí, junto a mí.

-Déjala descansar, está más que agotada - señala a Alía - Por un momento creí que no iba a poder. Estaba desesperado, una cesaría no le habría salvado la vida a ambos. El cachorro está bien, a pesar de nacer adelantado, llevar la sangre de un hombre lobo, esta tan sano como su padre.

-Lo haré, es mejor que Alía descanse.

Agradezco a Bernardo a su ayudante y salen de la casa después de algunas horas de haber atendido a mi luna.

-¿Hijo? - pregunta mi padre al verme entrando a la habitación.

-Que deseas padre.

-¿Puedo conocer a mi nieto?

-No, sería egoísta que lo veas sin su madre antes hacerlo. Mañana se los presentare ante todos.

-De acuerdo - dice desde el umbral de la puerta - Acabaré de armar su habitación, ¿deseas algo más?

-No levantes a nadie, solo ¿me puedes traer algunas mamilas?, la leche está en el cuarto donde duerme, Alía.

Mi hijo se remueve en mis brazos y lo acurruco más a mi pecho. Sé que con el calor que le proporciono está bien, pero aun así, el ser padre primerizo me preocupa.

Mi padre entra con sumo cuidado y ahí, me trae las mamilas con una mudada de ropa. Es un pequeño enterizo de color blanco, además de un pequeño pañal.

-Debes cambiarlo. Los pañales y pañitos se encuentran en la pañalera, junto a las mamilas.

-¿Cómo lo hago?

-Déjame te ayudo, no comentaré con nadie que ya lo he conocido. Tranquilo, se lo que debes sentir ahora mismo.

Miro a mi cachorro y lo extiendo en las sábanas. Mi padre abre los ojos al verlos, se agacha donde mi pequeño y deposita un beso en su frente.

-Mi nieto, mi primer nieto - admite feliz.

Mi hijo se remueve y con su ayuda aprendo a colocar un pañal, y no solo eso, nunca pensé que cambiar a un bebe sería tan complicado, nos encargamos de ponerle cómodo y con sumo cuidado coloco sus pequeñas piernitas en el mameluco.

Atrapada en ti®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora