Capítulo II: El Resplandor

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     Kira corrió a toda velocidad hasta la biblioteca, para su infortunio, dónde se topó con los amigos de Takuya al entrar. No supo porqué, pero le apenó haberse encontrado con ellos. Siguió corriendo hasta encontrarse a sus amigas, que estaban reunidas en un pasillo al fondo de la biblioteca.

     Al llegar con su grupo, se dejó caer al suelo y soltó un bufido tapándose la cara con las manos para contagiar su frustración.

     — ¿Tan mal te fue?  —dijo una chica del grupo que parecía deleitarse con la actitud de Kira. Era morena y vestía como una colegiala, con colores negros y rojos.

     —Soy una idiota —dijo Kira aún oculta tras sus manos—. Salí huyendo justo después de decírselo.

     —Bueno, eso implica que Katsura nos debe dinero —dijo otra de sus amigas, que llevaba el cabello atado en un moño al lado izquierdo de su cabeza—. Miyu y yo apostamos a que se lo dirías.

     —Sí, Katsura dijo todo lo contrario —asintió otra chica que llevaba dos cintas amarillas a cada lado de su cabeza adornando su cabello castaño—. Dijo que no serías capaz de decir nada.

     — ¿Hicieron una apuesta sobre esto?  —dijo Kira incrédula, divertida e indignada—. ¿Cómo pueden apostar en un momento así? ¡Takuya Kanbara seguro se está riendo de mí con sus amigos y ustedes están apostando!

     —Ya cálmate —dijo Katsura divertida—. Cuéntanos, ¿qué dijo Kanbara sobre el obsequio?

     — ¿Le gustó?  —Dijo Miyu—. Espero que le haya encantado, hemos tardado mucho en encontrar el obsequio que más podría gustarle.

     —No tengo idea, corrí justo después de declararme —dijo Kira y por fin descubrió su rostro—. Seguro se está riendo de mi justo ahora, con Minamoto y Shibayama.

     —Bueno, al menos lo hiciste antes de que Orimoto apareciera —dijo Natsumi, pensativa—. Después de todo, los rumores dicen que entre ella y Kanbara…

     — ¡No menciones a Orimoto!  —Dijo Kira y soltó otro bufido—. No debí hacerles caso, no debí confesarle a Takuya que…

     —Tú querías hacerlo en primer lugar —le espetó Katsura—. Además, se va a Norteamérica en unos días. Es perfecto, ahora no tendrás que verle la cara.

     — ¿Entonces no te dijo nada sobre tus sentimientos por él?  —dijo Miyu.

     —No —dijo Kira—. Pero por su actitud, estoy segura de que no se lo esperaba y de que no soy correspondida.

     —Bueno, pero tenías que decírselo—dijo Katsura—. Después de todo, ¿qué diría tu padre si supiera que te dio miedo hablar con un chico?

     Kira quiso responder, pero en aquel momento aparecieron dos chicos más. Uno era alto, delgado, moreno y apuesto. Su piel era blanca y su mirada tenía cierto toque vagamente siniestro y malvado. El otro era más bajo, castaño y llevaba una computadora portátil bajo el brazo.

     —Así que aquí estaban —comentó el más bajo—. Llevamos un buen rato buscándolas.

     — ¿Qué quieres, Itou? —dijo Kira mirando al chico castaño como si fuese la última persona que deseaba ver.

     —Quería mostrarte algo —explicó el chico.

     Itou Kagoura, el chico más listo del colegio.

     —Touya y yo nos enteramos de que ibas a confesarle a Takuya Kanbara que te gusta, así que...

     — ¿Le dijeron a Itou y Touya?  —Dijo Kira mirando a sus tres amigas y las chicas intercambiaron miradas—. ¡Les pedí que no se lo dijeran a nadie!

     —Touya nos convenció de decírselo —se disculpó Miyu.

     Kira bufó.

     — ¿Quién más lo sabe?  —dijo Kira.

     —Nadie más que nosotros —aseguró Katsura.

     — ¿Quieres verlo o no?  —dijo Itou.

     — ¿De qué se trata?  —dijo Kira cansinamente.

     El grupo de amigos formó un círculo en el suelo. Itou les mostró la pantalla de su computadora portátil donde aparecía un correo electrónico escrito por Takuya Kanbara. Sin embargo había algo extraño. La dirección a la que había sido enviado aquel correo era de...

     — ¡Es para Minamoto!  —Dijo Katsura en un grito ahogado—. ¿Cómo lo conseguiste, Itou?

     —Escuchamos a Minamoto hablando con Kimura —explicó Itou—. De esa manera conseguimos la clave para acceder a su correo electrónico.

     — ¿Y qué dice?  —dijo Natsumi que tenía problemas para ver la pantalla pues estaba muy lejos

     Itou leyó en voz alta:

     — ¡Idiota! ¡Entre Zoe y yo no ha pasado nada! ¿Acaso me crees capaz de traicionar así a J.P? De cualquier manera, ya te he dicho muchas veces que estoy esperando el momento preciso. En realidad, a mi me gusta otra chica, supongo que la conoces. Es...

     —Vaya —dijo una voz de mujer cerca del grupo, sonaba hostil—. ¿Qué hacen aquí? ¡Abran paso!

     El grupo levantó la vista y los vio.

     Ya conocían a las dos personas que se les habían unido, porque eran muy populares entre el cuerpo estudiantil. Los mellizos Kyo y Kat Yokou, de tercer año del instituto.

     Estaban en la misma clase que Takuya y sus amigos. Kyo, el chico, era demasiado serio y había ocasiones en las que nadie podía acercársele pues parecía emitir obscuras vibraciones. Y su hermana, Kat, que actuaba de una manera hostil con todos sus compañeros. Ambos eran pelirrojos, de ojos verdes y siempre vestían de colores obscuros.

     — ¿Qué buscan aquí?  —dijo Katsura.

     Katsura Shinyuga, de segundo año del instituto, era quizá la más buscapleitos del grupo de amigos de Kira Yagami. Había tenido uno que otro encuentro con Kat Yokou y había finalizado, cada uno, con una pelea.

     —Muévanse —insistió Kat—. Vamos a pasar.

     —Busquen otro pasillo —ordenó Natsumi.

     Natsumi, de segundo año del instituto, junto con Miyu y Katsura, era una inseparable amiga de Kira. Detestaba las peleas, pero siempre estaba dispuesta a defender a sus amigos, a toda costa.

     —Tengo que pasar por aquí —dijo Kat, su hermano actuaba como su guardaespaldas fulminando con la mirada al grupo de amigos.

     —Vámonos —sugirió Touya a sus amigos.

     Touya Nakamura, de tercer año del instituto, siempre pasaba el tiempo con las tres chicas e Itou, de primer año del instituto. Actuaba como su protector y era un fiel amigo.

     De repente, la computadora portátil de Itou emitió un sonido que llamó la atención de los ocho chicos presentes.

     —Me parece que es un correo electrónico —dijo Itou pero no se atrevió a decir que seguía dentro del correo de Kouji Minamoto.

     Sin embargo, no se trataba de eso. La pantalla emitió un intenso resplandor y los ocho chicos soltaron un grito al sentir como sí unas manos invisibles los empujaran hacia la luz, hasta que se volvió cegadora.

     Cuando ésta se desvaneció, los ocho chicos ya no estaban.

Digimon A.D.N AdventureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora