EVIL CRUSH (Kyusung)

22 • Regreso •

Bajé la mirada, apenado.

— Ha pasado algo de tiempo. — Me miró con ojos brillantes.

— Sí… cinco meses.

— Sí. — Sus mejillas se ruborizaron. — ¿Quieres ir a tomar un café conmigo?

Mordí mi labio inferior con timidez.

— Claro, sólo, debo avisarle a alguien.

Saqué mi celular del bolsillo trasero de mi pantalón y ví que Sungmin se había adelantado a enviarme un mensaje, que en realidad no tenía ni dos minutos.

“Te veo después, ya le llamé a mamá para que venga por mí”.

El mensaje de Sungmin fue un gran alivio para mí.

— Listo. — Anuncié sonriendo ampliamente.

(…)

— Entonces… dejaste los Licuados-bala y estás en la Universidad. — Dijo mirándome fijamente.

— Sí, es mi primer año.

— ¿Y qué tal? — Preguntó.

— Estresante, pero la verdad agradezco que Mike me haya apoyado.

Levantó una ceja, dudoso.

— Mike es tu…

— Padrastro. — Completé.

— Ah ya… ¿volviste a casa de tu mamá?

— Sí, la verdad, cuando te fuiste supe que nada iba a ser igual, entonces Siwon me recomendó regresar con ella. — Apretó los labios con molestia, seguramente por haber mencionado a Siwon.

— ¿Y Siwon? — ¡Bingo!

— No lo sé, también tiene tiempo que no lo he visto.

Su semblante se suavizó.

Lo veía un poco raro.

— ¿Tu como has estado? — Acerqué mi mano hasta la suya.

— Mejor que la última vez que nos vimos, creeme. — Sonrió de lado.

— ¿No regresaste a tú casa?

— No… estoy viviendo en otro lugar.

En verdad no quería hacerlo sentír mal, o que tuviera malos recuerdos ahora, pero había una gran duda que tenía.

— ¿Volviste a ver a tú papá? — Solté, intentando no sonar tan duro.

— Sí… falleció hace dos meses de un infarto afuera de la casa de una vecina mientras le gritaba a todo el mundo que los odiaba. — Abrí los ojos ante la noticia. Kyuhyun bebió de la taza de café mientras miraba hacia abajo.

Entrelace nuestras manos.

— En verdad lo lamento.

— No importa… Ya eso no importa. — Suspiró con pesades.

— Trabajas en el centro comercial.  — Dije intentando cambiar el tema. Kyuhyun pasó saliva y parpadeó varias veces.

— Emmm… pues, sí. — Dijo con poca seguridad.

— ¡Genial! Debes tener acceso a algunas cosas del lugar.

— Sí, sí, a veces. — Volvió a beber de su café.

¿Acaso había algo que le incomodara?

— Me alegro mucho por tí.

— Gracias…