«Ay Damián...»
Damián es un chico relativamente nuevo en el internado. Llegó hace solo un mes, justo el mismo fin de semana que yo estuve ingresada por haberme abierto la cabeza en un tropiezo en el bosque, y que Christian me engañó con Kenia. Así que supongo que, hasta ahora, a pesar de que todas las chicas del internado andan como locas tras él, yo no he estado muy interesada en prestarle ninguna atención.
Ni falta que hace, porque aunque no he hablado nunca con él, ya sé algunas cositas. Cuentan las malas lenguas, que lo expulsaron de su anterior instituto por agredir a un compañero hasta dejarlo en coma. No sé si será cierto, pero veo más creíble el rumor que afirma que es un mujeriego de cuidado. Un rompebragas, vaya.
Sé que aún no puedo tener una opinión sobre él. Y me parece muy injusto tachar a alguien de ser una clase de persona cuando no se tienen más pruebas que meras habladurías (como lo de que yo soy una puta solo porque lo dice Kenia). En otras circunstancias, lo más probable es que me hubiese animado a comprobarlo e intentar ser su amiga. Pero, en estos momentos, ya tengo bastante con mis problemas. Que mis pocos amigos se hayan divido entre Christian y Kenia, Dafne y yo, como si fuésemos dos bandas enemigas ya es bastante caos.
Además, Damián no está solo. He oído a Dafne mencionar algo sobre un tal Axel, su hermanastro, que la tiene loquita. También sé que ambos tienen un permiso especial para salir fuera del pueblo del internado, y ahora sé que, al menos el de Damián, es para trabajar aquí. Aquí tendrá amigos, ¿no?
No lo sé, la verdad. Pero ahora que lo veo bien y que lo tengo tan sumamente cerca, me apuesto el cuello a que tiene bastantes amistades. Sobre todos femeninas.
«Joder...»
Es imposible no apreciar la perfección de sus rasgos perfilados; el celeste salvaje de sus ojos resaltando sobre el suave bronceado de su piel, y el cabello totalmente negro y despeinado dándole ese aire de tipo duro. Es atractivo. Muy, pero que muy atractivo.
Apenas lo acepto en mi fuero interno, siento un repentino acaloramiento en el cuerpo. Un cosquilleo indescriptible en el vientre que tensa y afloja cada músculo, cada fibra y cada tendón como si me quisiese hacer estallar de dentro hacia afuera.
Me remuevo sobre mí misma y aparto la mirada en un vago intento por controlarme. Confundida por darme cuenta de que este chico del que apenas sé nada, me provoque tantas cosas y tan desconocidas.
Miro a Dafne, disimulando, pero al parecer tiene una buena tarea que hacer rebuscando el monedero en ese bolso gigante que suele hacer las veces de tienda de cosméticos.
- Tranquila, pago yo - me ofrezco.
- No, en serio. Tiene que estar por aquí. Espera...- dice y hunde el brazo hasta la altura del codo en su bolso. Se enfada, bufa algo que no llego a entender y, de muy mala gana, pone el bolso sobre la barra y empieza a sacar uno por uno todos los bártulos que lleva dentro.
«La madre que me parió.»
Me da reparo que haya tanta gente esperando a ser atendida y que nosotras estemos atrasando a Damián. Puedo oír las quejas a nuestro alrededor preguntándose por qué nadie les atiende, y qué narices hace un camarero tanto tiempo con nosotras. Pero milagrosamente, Damián no dice ni una palabra. Ni un suspiro.
Instintivamente, lo miro. Esperando que al dedicarle una mirada inocente, excuse buena parte de la tardanza de Dafne. Y sin quererlo ni ser dueña de mis actos, mi mirada hace de todo menos tornarse inocente. Me pierdo entre sus atléticos brazos desnudos, en los músculos de su pecho marcándose en la camiseta negra que lleva el logotipo del establecimiento, en sus perfectos labios rosados, en sus ojos de ese color celeste tan vivo y salvaje que estan a un solo paso de considerarse sobrenaturales... Y cuando me estoy sintiendo extrañamente atraída hacia él, arrastrada, igual que una frágil pieza de cobalto a un imán, la dureza del gesto de Damián me devuelve a la realidad. Sus ojos se clavan en los míos, duros, fieros y amenazantes.
ESTÁS LEYENDO
Escala de grises #PGP2024#
Teen FictionUna vida triste, pérdidas que duelen, y amores que matan. Sí... matan. Jamás pensé que mi vida pudiera resumirse a una simple frase construida a base de un juego de palabras. Pero, sobre todo, lo que jamás me hubiera esperado, era que aquella frase...