Qué verdad tan cierta, qué certeza tan cruel, qué crueldad tan oscura.

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Intento coger mi espada y levantarme, pero la muy bruta me abofetea con tanta brutalidad que me golpeo la cabeza contra el suelo. La dureza del golpe me devuelve al suelo.

-Mira que eres idiota.- exclama, perversamente divertida.

Un dolor punzante me atraviesa el cráneo de lado a lado. Abro los ojos que no recuerdo haber cerrado y vislumbro la imagen borrosa de mi espada. Parpadeo repetidas veces intentando aclarar mi visión, mientras la risa perversa de Kenia retumba en mi cabeza como los tambores de la batalla final.

Mi vista se aclara y consigo distinguir la empuñadura de mi espada al alcance de mi mano derecha. No tengo fuerzas, pero reúno todo el coraje que puedo para intentar defenderme. Miro a Kenia, que merodea a mi alrededor mirándose las uñas como si las tuviera recién pintadas. Esta loca. Tremendamente loca.

Arrastro la mano unos centímetros hacia la empuñadura de mi espada. Pero Kenia me pisa la mano con sus pies descalzos y una fuerza brutal que hace crujir mis huesos haciéndose trizas mientras un dolor insufrible brota de mi garganta.

-Oh... Eres tan, tan patética.-
- se burla con fingido pesar.

Me agarra por el pelo y me alza haciéndome gritar por el dolor. Sus ojos de loca desquiciada me observan detenidamente el rostro, disfrutando verme en este estado. Me suelta el pelo, y cuando mis piernas flaquean amenazando con hacerme caer, me mantiene en pie sosteniéndome con fuerza de la garganta.

- Mírate...- suelta socarrona, mirándome a de pies a cabeza.- Si hasta te has puesto guapa para él.

Sus dedos me aprietan con más fuerza. Me falta el aire, y justo cuando pienso que mi plan ha fracasado y ya no tengo nada más que poder hacer, oigo la voz de mi esperanza.

- ¡Suéltala!- Damián grita tras ella.

Kenia no se sorprende en absoluto. Es más, la condenada esboza una sonrisa divertida.

- Mira que es testarudo. Nunca acepta una derrota.- me susurra como si fuese un secreto.

Me rodea aún sin soltarme la garganta y se coloca tras de mí, dejándome ver a Damián herido frente a mis narices. Está muy mal, arrastra los pies y su torso desnudo está cubierto de sangre. Su gesto es tenso, señal de que está dispuesto a pelear, pero algo en su mirada me permite saber que es solo una mera fachada. La realidad es que Damián no puede hacer nada por mí.

Siento su pánico, el horror, la impotencia, y la pérdida.

- Kenia. Suéltala.- ordena.

Pero su orden solo provoca una risotada por parte de Kenia.

- No, Damián. Me he preparado mucho para este momento.- siento sus labios en mi oreja derecha.- ¿Quieres saber un secreto, flor? Verás... Solo fuiste un juego, un reto por el que competíamos Damián y yo.

- ¡No la escuches!- grita él, rabioso. Hace amago de dar una zancada hacia nosotras, pero Kenia me aprieta aún más la garganta y Damián se queda quieto donde esta.

- Merece la verdad antes de morir, Damián. Ya sabes lo que le espera allí.- ríe perversamente.- Fuiste tan estúpida... y pensar que creíste que te quería, cuando a él solo le interesaba ascender, quitarme el puesto y complacer a su reina.

Ni entiendo ni me creo lo que dice Kenia. Me da igual lo que diga, sé que es mentira porque es un demonio perverso y asqueroso que solo quiere destruirme. Por lo visto, además de matarme, también quiere hacer de mis últimos minutos de vida toda una agonía. Sabe que son las últimas palabras que voy a oír, pero me pienso asegurar de también sean las ultimas que va a decir ella. No sé cómo, pero lo pienso hacer antes de morir.

Escala de grises #PGP2024#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora