¡Chupaos esa gemes!

183 63 93
                                    


Cuando llega la hora de cenar, abordo a Dafne y Axel camino al comedor.

— ¿A que no sabes quién tiene un sobresaliente?— suelto con retintín. Dafne abre los ojos y la boca de par en par, alucinada, y Axel me sorprende con un abrazo que no me esperaba en absoluto.

«Vaya, que simpático es.» Confirmo.

— Bien hecho. Eres una campeona.— susurra en mi oído.

— Gracias Axel. — sonrío y le devuelvo el abrazo.

— Oye, búscate otro amigo. Ray es mía.— protesta Dafne con fingida molestia. Axel se aparta sonriendo y Dafne me abraza como si no existiese un mañana.— Eres la mejor. Sabía que podías hacerlo.

— Si...— suspiro.— Ahora solo queda convencer a Lawrence de que me deje ir contigo a Richmond. — eso va a ser más difícil que aprobar cualquier examen.

Dafne me libera de su abrazo de oso y coloca ambas manos en sus caderas. Parecería enfadada si no fuera porque intenta ocultar una sonrisa.

— Parece mentira que no me conozcas. Ese tema ya está resuelto.— escupe suficiencia por cada poro.

— ¿Qué? ¿Cómo lo has...?

— La duda ofende, peque.— suelta una risa socarrona y me guiña un ojo.— Ahora sólo nos queda tu hermano.

«¡Buah! Eso es fácil.» Solo con el permiso de Lawrence y sabiendo que iré con Dafne, él se quedará tranquilo. Y si se niega, le restregare mi sobresaliente por la cara para que sienta ganas de compensarme por mis esfuerzos.

Si, lo sé, soy una cabrona. Pero ser la hermana pequeña de un hermano hiper protector requiere un buen arsenal de manipulaciones psicológicas.

Además, ahora que tengo permiso para salir, puedo pasarme por alguna biblioteca de Richmond y buscar algún libro referente a runas. Dudo mucho que Damián lo suelte pronto, y encima ni he visto el título.

Me siento en la mesa con la vista perdida en el frente, abstraída, mirando sin ver a Dafne devorando su comida como si llevase meses sin probar bocado. Escuchando sin oír la conversación que Ivana y Chloe mantienen con mi hermano a mi lado... No puedo dejar de mirar a Damián.

Tengo ganas de correr hacia él, espachurrarlo entre mis brazos y gritarle mil gracias por ayudarme a aprobar. Sin él no lo hubiera conseguido.

Pero para mi desgracia, cuando he entrado al comedor mi hermano ya estaba ahí, esperándome, mientras que Damián ya llegaba justo a la fila, poniéndose detrás de nosotros. Me hubiera gustado darme la vuelta y mostrarle todo mi agradecimiento ahí mismo, pero ya bastante reacio y tenso estaba mi hermano por verme tan nerviosa teniéndolo detrás de mí.

He disimulado todo lo que he podido, pero mi hermano no es tonto, y, para la buena verdad, cada vez que tengo a Damián cerca me vuelvo loca. Las hormonas me dominan, se me acelera el pulso y hasta me vibra el vientre.

« Te estás enamorando.» Remarca mi conciencia.

Intento convencerme de que no, que no es verdad y que mi conciencia se equivoca. Pero parte de mi, idiota de mi, sabe que tiene más razón que un Santo. Y lo que mas me jode, es que si sigo por este camino del cual no puedo escapar, me voy a dar de bruces con su rechazo.

Porque me va a rechazar, lo sé, estoy segura. Si no, le hubiera dado una mínima importancia a nuestro beso, ¿no?

«Joder...»

No quiero pensar en ello y, al mismo tiempo, no puedo parar de hacerlo. Es como si mi mente estuviese esperando cualquier oportunidad para volver a recordarme lo que yo tanto me esmero en esquivar. Sacudo la cabeza en un intento inútil por intentar centrarme en lo que sea que Dafne empieza a decir entre bocado y bocado.

****

— Por cierto Mik.—  su voz de niña  inocente la delata, me alerta de que ya va a empezar la con la cantinela para convencer a mi hermano de que me deje ir con ella a Richmond.— La directora nos ha dado permiso, a Ray y a mí, para ir este fin de semana a Richmond a comprar todo lo necesario para la fiesta de los fundadores.

— Me parece bien.— dice tranquilo.— Creo que no tengo que hacer nada, así que os llevaré yo.

Mikael se auto nombra nuestro chófer sin siquiera preguntarnos. ¡No me jodas! Eso no me lo esperaba.

Dafne y yo compartimos un par de miradas fugaces en las que, sin decirnos nada, nos lo decimos todo.

— Mik...— no sé cómo decirle que no me apetece tenerlo de niñera. Creo que no hay forma de que le siente bien.

— Axel nos llevará.— dice Dafne.

Mikael frunce el ceño, nos dedica una mirada rápida, pero severa, y después mira en dirección a la mesa de Axel. La mía, sin embargo, vuela directa hacia Damián.

«Dios... Es tan sexi, inteligente y ... Coño, socarrón. Me vuelve loca

— Porfi, porfi, porfi Mik.— ruega Dafne, haciendo unos pucheros exagerados. Mikael vuelve a mirarnos.— Axel sabe lo mucho que te preocupas por Raysa. No permitirá que nos pase nada malo. Además, solo vamos a un centro comercial. Allí tienen a vigilantes y cámaras de seguridad. No pude pasar nada malo.

«¡La leche!» Me muero de ganas por ver cómo mi hermano se estruja el cráneo para rebatir eso.

Sin disimulo alguno, Mikael se vuelve otra vez en la silla y mira descaradamente a Axel. Éste no parece enterárse de nada, puesto que anda con la vista clavada en un libro que tiene abierto sobre la mesa. Sin embargo, la mirada de Damián está clavada Mikael.

Está enfadado, lo sé. Lo sé porque a pesar de que Damián esta lejos, la presión que ejerce su mirada y su presencia sobre mi, es descomunal.

Y es que tiene razón para enfadarse conmigo. ¡No le he dado mi las gracias! Y después de haberme ayudado, encima tiene que soportar que mi hermano mire mal al suyo, o... Joder, seguro que ya que se a girado, también le está mirando mal al propio Damián.

«Mierda, Mik.»

El Casanova no va, ¿verdad?— pregunta sin mirarnos.

— No, no. Solo Axel y nosotras.— asegura Dafne.

Cierro los ojos, despacio, rogando en mi fuero interno porque Mikael ceda ante nuestra petición. Quiero un día normal para sentirme normal. Solo eso.

— Está bien.-— accede. Gira de nuevo y sigue comiendo. — Axel me cae bien, parece un tío decente. Pero si algo os pasa algo, a cualquiera de las dos...— puntualiza.— ese tío no vivirá para contarlo.

Instintivamente, Dafne y yo nos miramos compartiendo un mismo sentimiento: emoción. Una emoción incontrolada que nos hace lanzarnos sobre mi hermano para abrazarlo con entusiasmo.

— Gracias Mik. ¡Eres el mejor!— lo alavo entre beso y beso. Lo achucho fuerte.

— Vale, vale. Ya vale. Me vais a estrangular.— protesta, pero sé que está encantado.

— Eres el mejor hermano mayor del mundo.— Dafne lo besuquea y le muerde la oreja, tal y como hacíamos de pequeñas. Y es que Dafne siempre ha sido como una hermana para nosotros, y nostros para ella.

Ivana y Chloe, aunque durante nuestra pequeña charla se han mantenido en silencio mientras nos miraban como si nuestra petición fuese a ser negada desde un principio, ahora nos observan incrédulas.

«¡Chupaos esa, gemes

«¡Chupaos esa, gemes!»

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Escala de grises #PGP2024#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora