14. ¿Eras tú? {Parte 2}

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Pansy P. V. O.

El hecho de saber que no había recibido ningún poema en cierto sentido me afectaba, pues ya me estaba acostumbrando a ellos. No tenía ganas de hablar, igual que las ocasiones anteriores así que me limité a no ver a Jadelyn.

A veces me sentía mal por como la estaba tratando, siendo que ella se comportaba de forma tan contraría a mí, el sonido del timbre después de ser presionado, hizo que Jade saliera apresurada de mi recámara, en cierto modo, agradecía que me dejase sola, pero por otro lado la soledad ya comenzaba a asfixiarme .

Jadelyn regresó un par de minutos después diciendo que alguien me visitaba, ¿se había vuelto loca?, ¿Quién querría visitarme? Con mucho esfuerzo debido al entumecimiento de mis piernas logré ponerme de pie aun sin encarar a mi hermana y fruncí el ceño confundida, me sentía nerviosa por sus palabras pero intenté no demostrarlo.

Armándome de valor me dispuse a hacerle frente a mi preciosa hermana y a quien fuera que estuviese aquí también.

Y vaya sorpresa que me lleve al ver de quién se trataba, mis ojos no daban crédito a lo que veían, era casi imposible que él estuviera aquí, en mi casa, recargado en el marco de mi habitación, con una tímida sonrisa y un ramo de flores entre sus manos.

–Tengo cosas que hacer, Pans... ¿Te importa que se quede un rato contigo?– habló Jade rompiendo el silencio que había en la habitación apuntando con su cabeza al chico.

A pesar de saber que ella mentía (muy mal por cierto) me limité a negar, ella se acercó a mi y depositó un leve beso en mi cabello para después salir, no sin antes susurrarle algo al chico. Por mi parte me dispuse a sentarme en el filo de la cama, observándolo en todo momento.

–Son para ti, espero te gusten.– caminó hacia mi con timidez, extendiendo el precioso ramo de orquídeas blancas. –"El amor es nuestro verdadero destino. No encontramos el sentido de la vida por nuestra cuenta, lo encontramos junto a alguien."– citó a uno de los poetas muggles más famoso y uno de mis favoritos. –¿Sabes quien lo dijo?– me preguntó con curiosidad.

–Thomas Merton... gracias... espera... ¿eras tú?– susurré tan apenas que inclusive dudé que él me hubiese escuchado. Pero tal vez me equivoque pues le vi sonreír levemente.

–Así es, yo fui... sonaré algo cliché pero... ¿cómo te sientes?– quiso saber aún guardando cierta distancia entre ambos.

Le hice un gesto con la mano para que se sentase junto a mi, sinceramente no me desagradaba el tenerlo cerca de mi y ahora que sabía que él era quien me mandaba las cartas menos.

–Siento que cada vez me hundo más en este abismo...– confesé intentando retener las lágrimas. –Es muy difícil de sobrellevar, no puedo con ello.– admití dando paso a que las gotas de agua salada descendieran por mis mejillas incapaz de poder retenerlas más. –¿Cómo puedo hacer para que el dolor se vaya?– pregunté casi con desesperación. Él en ningún momento dejó de mirar mis ojos.

–No puedes, Pansy. Simplemente debes aprender a vivir con él.– dijo tan seguro de sus palabras que le creí.

El resto de la mañana y toda la tarde la pasamos juntos, charlando; desde banalidades hasta cosas serias, me contó que su madre había sido diagnosticada con Alzheimer, aquella enfermedad muggle que era parecida al hechizo Obliviate, de cierto modo me sentí mal por él, sus hermanos y padre.

–Quiero ayudar a tu madre, después de todo ella es madrina de nacimiento de una de mis hermanas y en su tiempo fue una de las mejores amigas de mi madre... además estoy especializada en esos tipos de enfermedades, ¿me permites ayudarles?– pregunté casi con temor.

–¿De verdad? Pansy, sabes que no tenemos mucho dinero y sinceramente no sabría cómo pagart...– le interrumpí antes de que siquiera pudiese concluir su frase colocando mi dedo índice sobre sus labios.

–¿Acaso me escuchaste decir algo sobre dinero? El dinero me importa un hipogrifo, no quiero nada a cambio, de verdad...– sinceré, era cierto no me interesaba el dinero, ni nada mas.

No vi venir ese abrazo que el chico de ojos azules me estaba brindando, sin embargo lo correspondí.

–Te estaremos eternamente agradecidos, sobretodo yo.– dijo luego de unos segundos de haber deshecho el abrazo.

–Descuida, no importa– sonreí levemente, mire por la ventana y el cielo ya se vislumbraba de un intenso color azul oscuro, ¿en que momento se había llegado la noche? Me pregunté internamente.

–Vaya, el tiempo vuela, creo que debo irme ya a casa, mañana tengo mucho que hacer, pero antes de irme, quiero pedirte un favor, Pansy.– su vista se volvió a fijar en mi, por unos instantes me perdí en sus ojos celestes pero tras sacudir levemente la cabeza en un asentimiento le incite a que continuara. – Me gustaría que mañana no estuvieses aquí encerrada, que salieras a tomar aire... ¿puedes prometerme que lo harás?– preguntó poniéndose de pie sin quitar sus penetrantes ojos de los míos.

–Te lo prometo, Ronald. Mañana no estaré aquí– le sonreí levemente, no mentía, haría un esfuerzo por continuar con mi vida, recordando que ella siempre estará conmigo y me cuidará desde donde sea que esté.

Me enamoré de una SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora