20. Mamá y Papá.

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Todo me daba vueltas y estaba muy confuso, ¿estaba muerta o solo fue un sueño lo que sucedió?

Una luz cegadora me obliga a cerrar los ojos con prisa, ¿que estaba pasando? No lograba comprender nada, estaba comenzando a entrar en pánico pues ese brillo era realmente abrumador y no me permitía abrir los ojos, la desesperación quería hacerme su presa y lo habría logrado de no ser por esa hermosa e inconfundible voz.

–No debes tener miedo, mi cielo. Aquí estoy yo para cuidarte...– sólo una persona era capaz de hacer que me sintiera segura y en calma. Mi madre.

–¿Dónde estás, mamá?– cuestioné quería seguir escuchando su voz.

–Siempre estoy contigo, igual que tu padre y Ane, mi pequeña...– volvió a hablar, podía sentirle cerca de mi. –Quiero que abras tus ojos, mi niña– pidió y así lo hice. Al abrirlos lo primero que noté fueron ese lindo par de ojos aceitunados frente a mí. –Cariño has sido muy valiente al enfrentarte una vez más contra Fenrir, pero lo que te hizo no es nada bueno.

–¿Lo que me hizo?– no entendía a que se refería con eso. –¿Qué pasó madre?– pregunté temerosa.

–Cuando el y tú luchaban... ¿viste alguna luz violeta?– quiso saber Idoline. Sí lo había visto.

–Ahora que lo mencionas, sí... antes de que el cobarde huyera, un rayo violeta me impactó de lleno en el pecho, pero...– mi madre no me dejó terminar la frase interrumpiéndome.

–¿En el pecho? Oh, no– su rostro era de preocupación genuina. Yo no comprendía nada en absoluto.

Una segunda figura algo más alta se hizo presente en el lugar, ese traje era único y pertenecía a otra persona a la que yo amaba y había visto morir frente a mis ojos. Papá.

–Puedo intuir que no entiendes lo que está pasando ahora mismo, pero a su tiempo te lo iremos explicando, calabacita.– aseguró con su gruesa pero a la vez aterciopelada voz.

Calabacita. Sonreí levemente, tantas veces atrás había añorado escuchar ese apodo de sus labios, inevitablemente la nostalgia se estaba haciendo presente en mi persona, tenía a mis progenitores frente a mi, una vez más estaba reunida con ellos.

***


–... Y entonces Iden se molestó con Mathias por eso y casi lo tiraba de la silla pero antes de que lo lograse tú le lanzaste uno de tus peluches en la cabeza...– terminó papá de contar aquella anécdota que tanto me gustaba.

No sabía con exactitud aún cuánto tiempo llevaba ya con mis padres pero me parecían tan sólo segundos, extrañaba tenerlos cerca.

Me enamoré de una SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora