17. Veritaserum.

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El mes de espera se llegó y con él, mi decisión de convocar a la reunión familiar puesto que no había señal alguna de Emily.

Con el permiso de Jade tomé su preciosa lechuza y la mía para enviarles a Iden y Mathias una carta para que con urgencia se presentasen en la mansión hoy por la noche.

Ya todo lo tenía planeado, primeramente nos pondríamos al tanto de los acontecimientos ocurridos a lo largo de este tiempo y ya luego "soltaría la bomba" acerca de Emily.

***

Jade me preguntaba el porqué de tanto misterio en mi persona pero no hice nada por sacarla de dudas, no fue sino hasta que escuchamos el tan típico sonido que se produce cuando se emplea la aparición que hablé (en susurros pero lo hice).

Sabía que no eran los mellizos pues ellos me dejaron en claro que utilizarían la red flu, así que indicándole a la otra ojiverde que mantuviese su varita alzada y estuviese detrás de mi en todo momento, con sigilo nos aproximamos al recibidor (que fue el sitio en el que se escuchó el sonido) y fue entonces que la vimos; [

Sabía que no eran los mellizos pues ellos me dejaron en claro que utilizarían la red flu, así que indicándole a la otra ojiverde que mantuviese su varita alzada y estuviese detrás de mi en todo momento, con sigilo nos aproximamos al recibidor (que...

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Y de no ser porque la mandíbula está sujeta a la cabeza y la cabeza al cuerpo tanto Jade como yo la tendríamos por los suelos. Esa chica definitivamente no era mi hermana, no lo era. Recobré la compostura en segundos e hice un sonido leve con mi garganta para llamar la atención de la tipa esa.

–Vaya, hermanas... qué alegría verlas una vez más.– su hipocresía se notaba hasta el callejón Knocturn, sus pensamientos decían todo lo contrario, ¡bendita seas, Legeremancia!

Realmente no la reconocía, pero sabía que ella sí era la que se decía mi hermana puesto que la muy idiota no sabía ocultar sus pensamientos, por eso siempre sería un blanco fácil para cualquiera que le quisiera atacar, lo curioso era que Jade no bajaba su varita, algo había en Emily que le hacía no querer hacerlo, aunque yo tampoco tenía ganas de bajar la mía, y la de ojos cafés se percató de ello.

–¿Porqué me apuntan aún?– preguntó fingiendo indignación, llevando teatralmente su mano izquierda hacia el pecho.

Ese fue un grave error. Su blusa se alzó dejando al descubierto su antebrazo y con él, aquella marca que yo tan bien conocía, esa marca que tantos problemas y desgracia le trajo a mi familia. La marca tenebrosa. Pero eso no fue lo que me llevó a hacer lo que estaba a punto de hacer.

–¡Incancerus!– exclamé con rabia apuntando a la morena, me importaba un knut si la lastimaba o no, Jadelyn profirió un ahogado grito al ver cómo la pelinegra caía al suelo presa entre las sogas.

–¡Pansy, no!– exclamó Jade, que estaba a mi lado, sin saber qué hacer.

–¿¡Qué haces, Pansy!?– me preguntó Emily espantada, estoy segura que ella no esperaba eso. –¡Soy tu hermana! ¿Por qué me lastimas?– comenzó a lloriquear. –Jade, ayúdame, por favor.

Me acerqué mordazmente hacia dónde ella estaba, arrodillándome hasta quedar cara a cara, sujetándola del cuello. –¿Ahora sí eres mi hermana, eh?– mi tono de voz era casi tan seco que inclusive yo misma me desconocía, sin embargo, poco me importaba.

–¿De que hablas, Pans? Suéltala por favor...– Jadelyn estaba asustada, ella nunca me había visto así de enojada, pero eso que vi en la mente de Emily, no lo iba a dejar pasar. Antes muerta. Mi vista se dirigió de nuevo a Jadelyn.

–Sube a mi despacho y en la segunda gaveta del escritorio encontraras un frasco negro, tráelo.– le pedí aún sin soltar a la alimaña que se decía mi hermana.

El sonido de la chimenea de la sala llamó mi atención sin embargo, no me moví del sitio ni un poco. El primero en aparecer fue un sonriente Iden que al verme borró su sonrisa y se apresuró a llegar a donde nos encontrábamos.

–¿Acaso te has vuelto loca, Caroline?– cuestionó intentando separarme de Emily, esperen... ¿me llamó por mi segundo nombre?, ¿Por qué se enojó?. Una leve molestia en mi cabeza me hizo darme cuenta de que Math leía mis pensamientos.

–Tengo mis motivos para estar así, así que suéltame, Iden.– exigí removiéndome intentando que no me separase de Emily o ella se iría, estaba segura que se iría. Jade regresó con la pequeña botella y me la extendió ya destapada. Con mucho esfuerzo hice que "mi hermana" la tomase (casi ahogándose en el proceso).

Con ayuda de Mathias me aseguré de hechizar rápidamente todas las posibles salidas que ella pudiese tener. Jade y Iden me miraban como si fuera una clase de broma la que estaba montando.

–En este instante me vas a contar que pasó para que te fueras de esa manera, sin explicación alguna hacia nosotros.– exigí colocándome frente a la morocha con superioridad.

No me podía mentir, estaba bajo los influjos de la poción veritaserum, así que solo era cuestión de que abriese su maldita boca para que tanto Jade como Iden, entendiesen el porqué de mi actuar.

–Me uní a la resistencia, para acabar con todo lo más preciado para aquellos que se inclinaron por el "bando bueno" y traicionaron a Mi Lord.– admitió mirándome con odio.

Me enamoré de una SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora