Capítulo 7

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Aquella noche que pasaría en la jaula se había convertido en dos días. Estar encerrada en esa caja de bambú durante 48 horas se convirtió en lo peor que le había pasado a Melania desde que llegó a aquél lugar. En primer lugar el tamaño de la jaula no era suficiente para ella, el aburrimiento la estaba consumiendo por dentro y por último cuando bajaban la caja parecía que se les olvidaba que había alguien adentro.

Mínimo recibía algo de alimento, de no ser así el hambre y la desesperación ya se habrían apoderado de ella. Mañana, tarde y noche un niño perdido llegaba con un plato de alimento y los otros dos, que se encargaban de vigilar el lugar, soltaban las cuerdas con algo de cuidado para bajar la caja.

Presa del aburrimiento, Melania había intentado platicar con los chicos, pero ninguno le prestó atención, simplemente la ignoraron. El único "compañero" que Melania había tenido hasta el momento era un pájaro. La primera mañana, cuando Melania se despertó, un hermoso carpintero había empezado a hacer un pequeño agujero en la jaula. De vez en cuando le traía una que otra mora roja y le hacía compañía el resto del día.

Sí, ambos días fueron difíciles, pero las noches fueron peores. En el momento en el que la noche caía, el lugar se llenaba de llantos y lamentos. Un escenario espantoso. Melania no sabía si era su imaginación o si en realidad los niños lloraban, pero fuera lo que fuera era horrible.

Era medio día, de su tercero, cuando nuevamente bajaron la jaula. Cuando abrieron la puerta de bambú, Melania se sorprendió al ver a Pan enfrente de ella. El joven le tendió la mano sonriéndole, sin embargo su sonrisa estaba lejos de ser una verdadera.

-Preciosa, ¿vas a salir o no?- preguntó un poco desconcertado al ver que ella no tomaba su mano-, tu castigo terminó- agregó. Melania salió de la jaula por su cuenta, esquivando la mano de él.

-Creo que es tiempo de presentarte a los demás Melania, ahora que vas a ser una de nosotros, tendrás que vivir como nosotros- comentó Pan mientras abrazaba a Melania por el hombro y la guiaba al campamento. La joven se soltó molesta y Pan se rió por el acto de ella. Al ver que los dos niños perdidos que antes vigilaban la jaula caminaban detrás de ellos, Melania no tuvo opción, mas que seguir a Pan.

Al llegar al campamento, Pan se subió a una roca que estaba por ahí.

-¡Niños!- gritó llamando la atención de todos en el campamento. Félix llegó por detrás de Melania y la jaló, colocándola a un lado de Pan.

-El día de hoy, nuestra queridísima Melania se convierte en alguien de nosotros- exclamó Pan, señalando a la joven- ¡Saluden a nuestra primera niña perdida!- gritó con entusiasmo y los demás niños perdidos que estaban ahí le siguieron. Melania miraba todo intranquila, Pan bajó de la roca y le dio varios golpecitos en la espalda.

-No te veo muy feliz, preciosa- preguntó él.

-¿Debería estarlo?- cuestionó ella, Pan alzó una ceja mirándola sorprendido.

-Claro que sí, no cualquiera es un niño, perdón- corrigió-, una niña perdida.

-Oh, ¿entonces debería de darte las gracias?- preguntó ella sarcásticamente.

-No deberías ser tan grosera conmigo- dijo Pan un poco más serio.

-¿Por qué tu repentino cambio? Primero me secuestras, me faltas al respeto, me encierras y ahora me vuelves parte de tu campamento. ¿Qué clase de juego estás jugando?- soltó molesta acercándose de forma amenazadora al chico.

-No, ¿tú qué clase de juego estás jugando?- inquirió él, retomando su postura.

-¿A qué te refieres?- preguntó ella desconcertada.

The Real Queen Of NeverlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora