Capítulo 11

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El lugar estaba tranquilo. Nadie los había encontrado durante la noche. Norman despertó rodeado por los brazos de la chica, como antes hacía su hermana cuando ambos se quedaban dormidos.

Los párpados de la joven se abrieron lentamente, dejando ver sus pesados ojos, cansados por llorar. Solo podía escucharse el suave movimiento del agua de la laguna. A pesar de que el sol alcanzaba a entrar, el brillo del agua era suficiente para alumbrar el lugar.

-¿Ahora qué haremos Melania?- preguntó Norman poniéndose de pie.

-No lo sé, pero no podemos quedarnos aquí- dijo Melania imitando la acción del niño.

-Tengo hambre- dijo el castaño al escuchar su pequeño estómago rugir.

-Con más razón debemos irnos de aquí- afirmó la chica. Sacudió un poco su falda y su capa, para después acomodarse el arco que reposaba en su hombro.

Le hizo una seña a Norman y ambos salieron de la cueva. Melania se sentía un tanto avergonzada por lo de anoche, no le gustaba verse débil frente a los demás.

-Mira allá- señaló Norman un manzano a lo lejos, al ver los frutos rojos que colgaban de sus ramas el estómago de Melania rugió, haciendo reír al niño.

Norman corrió al árbol, sacó dos pequeñas dagas de su cinturón y empezó a escalar el tronco con gran destreza. Melania caminó más tranquila y observó al castaño desde abajo.

-¡Ahí va una!- gritó desde arriba lanzándole el primer fruto rojo. Melania lo cachó y lo limpió con su capa cuando elevó su vista, Norman estaba bajando con otra manzana en su mano.

El niño le sonrió a la joven y después le dio una mordida a la manzana, ésta estaba tan jugosa que las mejillas de él se mojaron. Melania rió divertida y después se sentó en el suelo, apoyando su espalda al tronco. Norman hizo lo mismo y comieron tranquilos su almuerzo.

-¡Melania!- alguien dijo en un tono un poco alto. La aludida miró a su alrededor confundida, sin saber si de verdad alguien la había llamado. Se levantó atenta, por si algún niño perdido aparecía... o el mismísimo Peter Pan.

-¡Melania!- volvieron a llamar, la chica identificó que aquella voz venía de las copas de los árboles, por lo que dirigió su mirada a esta zona. No muy lejos de ellos una caja de bambú (como en la que había sido capturada) colgaba de un enorme árbol.

-¿Quién anda ahí?- preguntó ella acercándose a la caja. Norman se levantó y siguió a la chica un poco preocupado al reconocer el lugar.

-Melania- dijo el niño jalando de la capa de la muchacha. Sin embargo ella no le hizo caso y siguió caminando.

-¡¿Karan?!- dijo ella al ver quien estaba preso en ese horrible lugar.

-Hola hermana- respondió él un poco apenado.

-¿Qué haces allí?- cuestionó ella un tanto alarmada.

-Larga historia, supongo- dijo mientras se alejaba de los barrotes.

Melania vio a lo lejos la cuerda que sostenía la caja en el aire. Se acercó sigilosamente, pero después se percató de que no había nadie vigilando el lugar.

-Norman, ven a ayudarme- dijo ella mientras tomaba la cuerda. El pequeño asintió un poco temeroso, mas imitó la acción de la joven-. A la cuenta de tres, uno...dos... ¡tres!- dijo ella y soltaron la cuerda de la madera que la sujetaba.

La jaula pesaba más que ellos y fue el peso el que les ganó. Instintivamente Norman soltó la cuerda y antes de que Melania lo hiciera, la cuerda se deslizó con velocidad por sus manos, quemándolas y haciéndoles un corte. Melania soltó un leve grito por el dolor y cayó al suelo.

The Real Queen Of NeverlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora