Capítulo 16

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El camino de regreso se mantuvo en silencio. Nadie decía nada. Después de lo sucedido, ambos se sentían incómodos. Pan sabía que Melania no había actuado de forma consciente, ya que de haber sido así, aquel abrazo no hubiera sucedido. Sin embargo aquello no evitaba el hecho de que muy en el fondo de sí mismo lo había disfrutado.

Melania seguía afectada por la noticia. Se sentía vacía. Quizás era solo ella, pero la isla había parecido perder su color. Entonces recordó lo que Andra y Sombra le habían explicado anteriormente: Ella era uno con la Isla. Comprendió que sus emociones iban a verse reflejadas en Nunca Jamás.

Si estaba feliz, la isla se vería en su mayor resplandor; si estaba triste, la isla perdería su color; si estaba enojada, lo más probable es que una tormenta con rayos se abriría paso en el cielo azul. A pesar de descubrir eso, aún seguí teniendo varias dudas, las cuales las respondería después con ayuda de Andra.

Después de haberse despedido de su tío, Andra los había dejado solos, para que tuvieran su espacio, pero les aclaró que se quedaría en la isla un tiempo. Karan se había ido a caminar por el bosque, queriendo aclarar sus pensamientos y sentimientos, finalmente Melania se había quedado en la playa observando las estrellas y recordando lo buenos momentos que había pasado con André.

Cuando llegaron al campamento, los niños perdidos estaban terminando de cenar. Karan ya estaba de regreso, se encontraba sentado un poco alejado de la fogata. Melania se sentó al lado de su hermano, quien apenas había tocado su carne y recargó su cabeza sobre su hombro. Karan dejó el cuenco de madera en el suelo y abrazó a su hermana. El silencio reconfortando a los dos jóvenes.

Hasta que se rompió.

Pan había sacado su flauta como todas las noches y empezó a tocar. La chica cerró sus ojos al escuchar la melodía. Sintió como cada músculo de su cuerpo se relajaba con las notas. El sentimiento de soledad y tristeza fue desapareciendo poco a poco en ambos jóvenes.

Olvidaron todo lo que había pasado. Aquella flauta se había convertido en su droga, borrando los malos momentos y dejándolos con un sentimiento de felicidad. Poco a poco fueron perdiendo el control de sus movimientos y se dejaron llevar por la música. Junto con los demás niños perdidos bailaron alrededor de la fogata, envolviéndose en un momento separado de la realidad.

Melania se sintió libre. Libre de todo lo que la aturdía. Bailaba, pero lo sentía como si volara. Elevándose en el cielo y dejando el dolor plantado en la tierra. Los movimientos de sus manos y pies estaban coordinados con los de los demás niños y con el ritmo de la flauta.

Alguien jaló de sus muñecas, tomó sus manos y la acercó a su pecho. Melania elevó su mirada encontrándose nuevamente con aquellas esmeraldas. Sin mencionar una sola palabra, Pan empezó a bailar. La flauta seguía tocando gracias a un hechizo, pero la melodía bajó de ritmo, convirtiéndose en algo más dulce.

Melania siguió los pasos del chico. Moviéndose de aquí para allá sus movimientos se convirtieron en una perfecta coreografía. Pan soltó una mano de la chica y la otra la elevó por arriba de su cabeza, para poder darle una vuelta a la joven. Volvieron a juntar sus manos y siguieron bailando.

Disfrutaban del momento, olvidándose de su enemistad. Con cada segundo la isla volvía a recuperar su color. Ambos eran corazones solitarios y perdidos, pero sin darse cuenta, al bailar aquella soledad fue remplazada por la compañía del otro.

Bailaron sin despegar sus miradas. El esmeralda chocando contra el azabache. Lentamente se fueron deteniendo. Las puntas de sus zapatos chocaban y sus manos seguían unidas. Abstraídos en sus miradas fueron acercando sus cabezas. Pan al igual que Melania cerró sus ojos sin saber lo que hacía. Sus labios estaban a milímetros de tocarse.

The Real Queen Of NeverlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora