En la tarde, por mucho que me pesara, tuve que ir a trabajar. El viejo me había regañado por no haber ido el día anterior, por supuesto no dije la verdadera razón en mis escusas, no podía saber si a Naruto le gustaría que yo divulgara algo tan privado.Trabajé mis horas hasta que llegó Sakura, como siempre me fastidio como por un rato y me fui. El hospital a esa hora estaba algo vacío, típico por no ser hora de visita, pero aun así me escabullí con cuidado de que ninguna enfermera me viera.
Entré a la habitación con cuidado y observé dormitar a Naruto. Calmado y con paciencia, respirando, llenando sus pulmones, inhalando la vida. Caminé hasta él y me acerqué hasta escuchar su exhalación, perdiéndome en ese hermoso ruido que me traía por momentos la felicidad del mundo.
A pesar de que yo estaba muy cansado y mi cuerpo me pedía dormir, no pude reprimir el recrearme con su manera de dormir. En esos momentos quería tener la habilidad de poder ver sus sueños, lo que podría estar trayéndole tanta tranquilidad. Nunca voy a entender el hecho de por qué no puedo escuchar sus sueños pero si sus pensamientos, supongo que debe ser por la manera en que el cerebro trabaja. Pero allí me quedé hasta que una enfermera me descubrió.
Tuve que irme, pero volvería en la mañana. Cuando volví a mi casa, puedo jurar que tomé la siesta más placentera de mi vida, de hecho no había soñado absolutamente nada, como solía hacerlo, solo dormí, como si no lo hubiese hecho en cien años.
Todos los días siguientes fueron totalmente fuera de mi rutina. No cociné para nada, solo comía fuera de casa, en la cafetería de la universidad o en el hospital, iba a trabajar y hacía las tareas mientras pasaba el rato con Naruto. Estuve en esas situaciones hasta que pasó una semana, cuando los exámenes de Naruto dieron niveles altos y le dieron el alta, con muchas medicinas y citas que debía seguir.
Además, la compañía de seguro médico no quería cubrir los gastos, aunque luego accedieron con la condición de que Naruto visitara un psicólogo profesional. Se negó rotundamente, claro.
-Buenos días- Saludé al doctor Yamato y a Iruka que se encontraban hablando en la puerta de la habitación de Naruto.
-Oh, es algo temprano- me recordó Irukasensei.
-Lo sé- le respondí sonriendo –Pero quiero acompañarlo a casa-
-Qué atento- pensó halagándome. Volví a sonreír y entré del todo en la habitación.
-Buenos días, paciente sin paciencia- le dije jugando con las palabras. Él estaba acomodando algunas cosas dentro de una maleta, dejando a un lado por un momento un par de muletas.
-Deja las idioteces y ayúdame- me dijo, volviendo a ser el mismo de antes.
-Vale, solo si respondes a mis buenos días- le dije caminando hasta su lado.
-Lo haré yo solo, gracias- me contestó enojado.
-Está bien- dije riendo. Terminé de meter la ropa sobre la camilla en la maleta y la bajé sobre el suelo para halarla al salir -¿Te acostumbraste a ellas?-
Pregunté refiriéndome a las muletas. Él estaba sentado sobre la camilla, con un mono de pijama flojo para que no lastimase su pierna.
-Nunca voy a acostumbrarme- me dijo tratando de bajar de la camilla, se apoyó de mi hombro sin preguntar y bajó dando un pequeño saltito, sin apoyar demasiado su pierna izquierda –Solo quiero que sanen ya estos estúpidos puntos para volver a usar jeans decentes-
Me reí, yo también quería que se recuperase pronto.
-¿Listo?- pregunté, el asintió -¿No vas a extrañar el hospital?-
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No pienses en Nada
Fanfiction"Hay dos cualidades que me distinguen de ser normal: 1.-Puedo correr por largo tiempo sin jadear 2.-Puedo leer la mente La primera no es tan interesante, y la segunda es ridículamente imposible, pero es así. Desde que tengo memoria, he podido escuch...