Vi como Hinata sonrió de manera inconsciente, sonrojándose mucho. Naruto tenía una expresión de alivio, lo que me intrigó, porque pensé que cumpliría con sus amenazas.
-¡Felicidades!- me dijo de manera adorable.
-Gracias- respondí viendo a Naruto, él también sonrió.
-Pensar que a Naruto le gustan los chicos es inesperado, pero...estoy feliz por él- pensó tomando las manos del rubio y apretándolas con cariño –Y más si tiene a Sasuke, es una persona amable y responsable-
-Ah, pensé que diría que ya no era virgen- pensó el rubio sin dejar de sonreír, algo preocupado y aliviado hasta los huesos.
No me había dado cuenta de que a eso se refería, y bueno era lógica su molestia, pero yo soy malo, y no podía reprimirlo mucho.
-Y Naruto ya no es virgen- dije levantándome de la banquilla. El rubio se puso muy, muy pálido y Hinata sonreía con mucha, mucha vergüenza –Pero tuve cuidado y fue fantástico-
Ahora Hinata se ponía muy palida y el rubio tomó su bolso para lanzármelo, aquel instrumento escolar contenía dos libros de quinientas páginas, una libreta de doscientas y tres guías de treinta. No sabía cómo él lograba cargar con todo eso, pero comprendí que lo usaba de la mejor manera posible: para herirme a muerte.
-¡Eso no se dice, maldito!- dijo levantándose para recoger el bolso. Me había golpeado justo en la cara, y por supuesto que aquel impacto me tumbo al suelo -¡Idiota!-
Luego de insultarme, maldecirme y amenazarme, me dio una patada antes de ayudarme a levantarme.
Bueno, a pesar de todo eso, realmente fue divertido.
Luego de disculparme con Hinata, y con Naruto, fuimos al estacionamiento. No me preocupe por llevar a Hinata a su casa, y luego a Naruto a la suya.
No me molestaba el hecho de que quisiera volver a su casa en cuanto antes sin siquiera ponerse a pensar en mí, pero no me molestó, ya que yo tenía una pequeña venganza que cobrar.
Cuando llegamos, no me sorprendió para nada el hecho de encontrar a Irukasensei muy feliz con la llegada de Naruto, ya que había pasado todo el fin de semana afuera. Por mi parte se dedicó a regañarme por siquiera avisarle donde estaría el rubio. Aquello me hizo pensar en que ya Naruto estaba algo grande y que tal vez no necesitaba de su permiso, especialmente porque no era su padre, pero todo esto solo fue algo cruel que pensé. Por otro lado, me conmovió el hecho de que estuviera preocupado.
Como todo el tiempo, encontramos a Kakashi sentado en la cocina, leyendo el periódico, sin camisa, totalmente cómodo con su nueva vida junto a su pareja. Todo aquello me resultaba querer pensar en mi plan del principio. Ellos eran dos adultos que deseaban tener una vida juntos sin preocupaciones, y tal vez cuidar de un adolescente insolente y sarcástico les traía problemas a su visión o imaginación armoniosa de una vida feliz. Lo que me llevaba a insistir sobre tener que hablar en algún momento sobre el hecho de llevar a Naruto a vivir conmigo.
Puede que no se tratara de una gran o genial idea. Primero, yo también soy un adolescente insolente, sarcástico, mimado y malvado e Iruka vería que mis intenciones están salpicadas de placer propio. Segundo, convencer al rubio sería...misión imposible, además se daría cuenta de esas intenciones más rápido que Irukasensei. Pero no perdía nada con solo tratar, además tenía un comodín de mi parte: Kakashi. Por supuesto que él no se quejaría de llevarme a Naruto, más bien me agradecería.
Almorzamos estofado de carne y verduras que había preparado Iruka, tengo que decir que él tenía una buena mano para la cocina fuerte. La comida estaba preparada de manera elegante y se sentía en el sabor que había tenido mucha paciencia y esmero en hacer que quedara perfecta, algo que solo se podía sentir por alguien que hacía las cosas de manera que quedaran bien, o si no, no lo hubiese preparado.
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No pienses en Nada
Fanfiction"Hay dos cualidades que me distinguen de ser normal: 1.-Puedo correr por largo tiempo sin jadear 2.-Puedo leer la mente La primera no es tan interesante, y la segunda es ridículamente imposible, pero es así. Desde que tengo memoria, he podido escuch...