Twilight tenía toda su atención hacia una ventana, admiraba el ocaso, pero eso no le quitaba la preocupación que le invadía. Desde que Flash cruzó la puerta, ella no se había movido de su puesto. Su mente no dejaba de reproducir lo que había sucedido. Quería saber a dónde él se fue, lo quería buscar, lo quería ver. Se inquietaba cada vez que miraba la hora de su celular, ver como los minutos pasaban y él no daba señal alguna. Estaba ahí, con la esperanza de que Flash apareciera en cualquier momento.
De pronto unos brazos rodean su cintura, la respiración de la persona que estaba detrás de ella la sentía en su oreja, el cosquilleo recorría por esa área. -¿Sigues aquí? -Su estado pasaba desapercibido para Golden. Él no se imaginaba que tanto corazón como mente estaban cambiando de camino.
-No me canso de ver el bello paisaje, siento felicidad al tener la suerte de admirarlo. -Una sonrisa falsa era lo que mostraba.
-Me alegra, mi hermoso Crepúsculo. -Le susurró. Golden empezó a dar pequeños besos en su cuello, mientras sus manos acariciaban cada parte de su cuerpo. -Deberíamos aprovechar ahora que estamos solos. -Dijo en tono de seducción.
-Tu hijo puede aparecer en cualquier momento. -Los besos de Golden habían bajado hasta su hombro derecho. Twilight no sentía ni el más mínimo deseo de dejarse llevar completo.
-No lo creo. Llamé a Flash y me dijo que su amigo lo había invitado a una fiesta, quizá llegue a la madrugada.
Twilight enseguida voltea para estar al frente de Golden, sus ojos estaban completamente abiertos.
-¿En serio?
-Sí. -Respondió para luego continuar con lo que estaba haciendo, pero esta vez con más intensidad.
La mente de Twilight estaba complemente confundida como para prestar atención a las caricias y besos de su pareja. Su ansiedad había crecido el doble, al igual que sus ganas de verlo.
[...]
-¡Esto es un milagro! -Exclamó Timber. -¡Es un milagro! -Caninaba con prisa de un lado a otro.
-Ya deja de repetir lo mismo. -Exigió Flash ya harto de escuchar la misma frase por milesima vez de parte de su extrovertido amigo peliverde.
-Es que no entiendes mi felicidad, Flash. Siempre has negado mis invitaciones a las fiestas, pero hoy fue todo lo contrario. ¡Esto es algo nuevo! Estoy muy sorprendido.
El peliazul rodó los ojos ante tal aclaración.
-Haber aceptado tu invitación no quiere decir que mis disgustos a la fiestas terminó.
-De eso ya me di cuenta al ver tu cara de emoción. -Dijo sarcasticamente debido a la expresión totalmente opuesta a lo que Timber dijo.
-Esto es raro, aún no lo puedo similar. -Dijo pensativo. -¿Algo sucedió?
-No sucedió nada, solo quiero despejar la mente.
-Bueno, en parte te entiendo. Después de lo que me contaste de tus padres, tiene sentido.
-Ya estoy lista. -Apareció Gloriosa con un vestido de encaje puesto, maquillaje moderado y, como siempre, su cabello suelto. -¿Cómo me veo?
Timber soltó un silbido. -Bien hermosa, hermanita. -Gloriosa sonrió.
-¿Flash?
El peliazul le dio una rápida mirada a la joven.
-Te ves bien. -Le respondió con una pequeña sonrisa.
Para la chica no fue la respuesta que ella esperaba. Al saber que Flash iba a asistir a la fiesta, escogió la mejor ropa con el fin de sorprenderlo y robarle un suspiro, pero al parecer las horas de arreglo no habían funcionado como ella esperaba.
-Gracias. -Mostró una sonrisa algo desanimada. -Vamos, se nos hace tarde.
Gloriosa fue la primera en salir de la casa. Timber miró a Flash, le dio un pequeño golpe en su hombro.
-No creo que sea tan difícil disimular. Eres mi amigo, entiendo tu desagrado hacia mi hermana, pero no me gusta verla decepcionada. -Le dijo con determinada seriedad a Flash para luego ser el segundo en cruzar la puerta.
El peliazul suspiró, se sintió culpable después de lo que le dijo Timber. No tenía ánimos para ir a una fiesta, pero el mínimo recuerdo de Twilight le daba la fuerza de asistir... preferiría mil veces terminar atrapado entre la multitud de una fiesta antes que estar atrapado en la mirada de la ojivioleta.
ESTÁS LEYENDO
Amarte Está Prohibido.
FanficHaberse enamorando de ella fue uno de los peores errores que pudo haber cometido, y más aún si se trata de la novia de su padre. >Hacerte el amor en la cama de mi padre no me hace el hombre más feliz del mundo... lo único que más deseo es gritarle...