Capítulo #32

543 36 19
                                    

-Mamá... tengo hambre. 

Dijo una pequeña niña entre lagrimas mientras se sostenía con fuerza en el pecho de una mujer cuyo rostro pálido y desganado miraba con lastima a su pequeña hija. Se sentía débil, pero la determinación de seguir adelante no la detenía, tenía que encontrar cuanto antes un lugar donde quedarse dormir y al menos un pan para comer. La necesidad de sobrevivir la estaba abrumando, quería rendirse, darse por vencido, pero su hija era el motor de seguir con su existencia. No le era sencillo, es más, nunca lo fue, pero todo era por ella. Se sentía culpable de la mala vida que aquella madre soltera le estaba dando a su pequeña, no existía día en el que se odiaba, que detestaba aquella noche en el que decidió arrojarse en los brazos de un hombre casado, cuyas palabras suyas la ilusionaron creyendo que todo iba a estar bien para ella, mas la realidad la golpeo de la forma más cruel posible, dándole a una niña que no tenía culpa de nada, pero por injusticia de la vida es quien más paga el castigo. 

-Tranquila, hija mía. Ya buscaré que puedas comer. 

Ella también moría de hambre, ya eran dos días que no había probado ni un bocado. Lo poco que había podido conseguir se le fue dado a Twilight. Para ella, no importaba si no comía, lo único que quería era ver a su hija con una sonrisa por haber comido un pan. Sin embargo, aquel día la suerte no estaba de su lado, las personas que cruzaban por las calles no la habían ayudado con ningún centavo; se sentía angustiada y desesperada por al menos tener un lugar donde dormir. En el pequeño local que trabaja de vendedora la habían despedido y el poco dinero que pudo reunir se le había acabado al cabo de unas pocas semanas; cuando se dio cuenta, el dueño del diminuto y sucio departamento que alquilaba la echó por no pagar dos meses de renta. En medio del desamparo y el abandono se encontraban madre e hija, cuyo destino les ha sido cruel durante todo este tiempo. 

Twilight Velvet cayó de rodillas de los exhausta que estaba, y sin soltar a su hija entre sus brazos empezó a llorar, pidiéndole perdón por la mala vida que le daba. La niña también empezó a llorar, porque a pesar de lo pequeña e ingenua que era, la vida se había encargado de mostrarle su peor cara. 

Aquel doloroso recuerdo le quitó el profundo sueño a la ya adulta Twilight Sparkle, entre la oscuridad abrió sus ojos para encontrarse en el cómodo y lujoso cuarto que Golden le ofreció para resguardarla. Antes de conocerlo, su vida había sido muy dura, a pesar de mostrar inteligencia y dedicación, su situación económica era un freno que no la ayudaba a progresar. Quiso seguir luchando, pero la presencia de Golden la había vuelto dependiente de él, los lujos que le estaba dando era algo que nunca antes había recibido, la vida cómoda le agrada mucho y no tener que luchar por un plato de comida era un regalo que no podía rechazar; quería aprovechar lo máximo, lo consideraba como un premio de consolidación luego de años de sufrimiento y lagrimas. Sin embargo, el sentimiento de culpa de ver a aquel hombre desde esa perspectiva le estaba atormentando, lo quería y estaba muy agradecida por todo lo que le había dado, pero el sentimiento que tiene hacia Flash es mucho más profundo y legitimo, no es nada en comparación a lo que alguna vez sintió por su padre. Últimamente en su  mente estaba creciendo la gran disputa entre lo que está bien y lo que está mal. 

Miró a su lado el puesto vacío que ocupa Golden y que en algunas noches también lo ocupa Flash. Para su mala suerte ni el uno ni el otro tenían la oportunidad de acompañarla. Suspiró angustiada de lo solitaria que se sentía, quería llamar a Flash para al menos escuchar su voz, pero por lo que le dijo, tuvo que asistir a una fiesta que sus amigos le rogaron que asista. Mientras que Golden había estado ausente por unos días debido a un importante viaje de negocios. La pelimorada quería aprovechar esa oportunidad para pasar todas las noches con el más joven, pero entendió que era imposible debido a su edad y que aún vivía con su madre. 

Amarte Está Prohibido. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora