Regret.

Capítulo 10

Después de llegar a Londres, hubo alguien esperándolo en el aeropuerto. Era una mujer que tenía cerca de 27 años de cabello rubio platino y puntas de color. Estaba vestida formalmente pero le sonreía al joven castaño.

—¿Señor Barnes?

—Ah... Sí, soy yo...

—¡Muy bien! —Bucky notó que la mujer era bastante animada y se sentía feliz porque su nuevo comienzo parecía ir bien.— Mi nombre es Ginger Knight, y soy la secretaria de Ravensbourne. Un gusto.

—Mucho gusto.

Bucky y Ginger se dirigieron a la universidad mencionada. Cuando llegaron, el castaño se sorprendió por el tamaño de los edificios que conformaban dicho lugar.

—Como podrás ver es un campus grande, ya que nos gusta aprovechar cada recurso y que los estudiantes también puedan aprovecharlos lo más posible.

—Guau, sí... —Bucky estaba asombrado del lugar.

—Por aquí, están las aulas donde se imparten tus clases...

—Ok.

La chica siguió mostrándole el lugar. Bucky se veía muy entusiasmado. Ella le presentó a sus profesores y a otra gente que conformaba el personal. Tal vez lo que más le emocionaba era estar en otro país, conocer a gente nueva y sobre todo, le encantaba el acento británico de esas personas.

—Oh, rayos...

—¿Sucede algo malo?

—Oh, bueno, es que recordé que tengo una reunión y no te he enseñado el edificio donde vives. Está a unas calles, nada más, pero... ¡Ya sé! ¡Aiden! —Un chico de unos veinticinco años se acercó pero a Bucky se le parecía similar a alguien.

—¿Qué pasa, Gin?

—James, él es Aiden... Aiden...

—Mitchell.

—Sí, Aiden Mitchell y va a ser tu compañero en... alguna de las asignaturas...

—Mucho gusto. —El joven le sonrió muy amablemente y Bucky lo hizo también.

—James Barnes, un gusto.

—¿Me harías un favor? —Dijo la chica acomodando unos papeles.

—Dime.

—¿Guiarías a James a su apartamento? Es el que está en la misma calle que el Edificio Bleecker. Cerca del-...

—Sí, sí, ya sé cuál es.

—Es la habitación 237. Aquí están tus llaves y bueno, chicos, los dejo. ¡Me tengo que ir! —Ginger se fue dejándolos a ambos solos.

—Esa chica corre a todas partes... ¿Te acompaño?

—Por favor.

—De acuerdo. —Sonrió.

Ambos hablaban de cualquier cosa que se les ocurría también para conocerse mejor. A Bucky le cayó muy bien ese chico y cuando ya se encontraban en el edificio, Bucky se sacó su duda de la cabeza.

—¿Sabes? Siento que ya te he visto antes...

—Qué curioso, yo también siento haberte visto.

—Qué extraño... —Bucky se quedó pensando profundamente hasta que recordó algo.— ¡Ah! Tú estuviste en Nueva York?

—Sí, hace un par de años. —Bucky miró sus ojos y notó que eran color miel, bastante brillantes, entonces ya supo quién era.

—¡Ya sé dónde te vi!