Tu nombre.

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Hay más de mil y un maneras de llamarte
apuesto a que sí,
eres evidentemente un espacio extenso de sentimientos
el cielo se queda corto.

Puedo llamarte cariño
pero, ¡te amo!, maldita sea,

Lo que nos lleva a "amor"
tan hundido en la monotonía
tan sumido de golpe
¿debería?, ¿debería ser tan cliché?
pues no quiero confundirnos
vales incluso más de lo que yo podría afirmar.

Así que no tendrás un sobre-nombre
que nos enferme las arterias
simplemente te llamaré por tu nombre
tal como está, tal como es.

Tres sílabas tan llenas de romanticismo
con el mismo peso
capaz de mover mentes
cafés inertes ante el candor de tus labios.

Pronunciándolo me arrastro
me muero
me caigo
te digo que todo es  un placer que te emerge
que te cala al conocerte.

Flores sin pistilo
armas sin munición
glaciares derritiéndose
y yo sin pronunciar tu nombre
¡no señor!

Podrán decir:
—vaya que exageración—
pero contestaría que no tienen compasión
de lo mucho que me dueles
de las guerras mundiales que desatas en mis venas
cada molécula del cuerpo deja su cargo
me rindo ante el dolor de tu presencia.

Dueles
nadie se compadece
de lo mucho que me cala los huesos
el simple hecho de pronunciarte
es por eso que lo hago
tal vez sonará simple y crudo
como ensalada sin lechuga
playa sin arena.

Así que
refuto  diciendo que de cualquier forma
la playa tiene también los amaneceres,
y esa inmensa capa de agua salada
en la cual imaginar la vida eterna
múltiples finales que involucren un amor envejecido pero no roto
un amor en el cual desear morir primero.

Así es.

Te llamaré como tus padres quisieron que lo hiciera,
como en los papeles efímeros
que constan tu mortalidad dictan que lo haga
(y que estúpidos los mortales)
como la vida quiso que los humanos llamaran a las flores
a pesar de ser excéntricas.

Te regalo la vida
y mil maneras de pronunciar la misma palabra
pero bañada en diferentes sentimientos.

Te regalo tantas maneras de asesinarme
tantas maneras de hacerme perder la razón
te regalo el privilegio
de tener la clave de mi nulo desdén
te doy el beneficio de mi
égogla, soneto.

Universo de Bolsillo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora