Cereal

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Te veías tan tierna comiendo el cereal por la mañana, siempre echando el cereal primero, nunca a la inversa. Yo hubiera enajenado hasta la ropa por qué tuvieras cereal, pero te habría dejado la playera larga de los Rollings Stones para cuando te despertaras en la mañana sin nada más puesto.

Yo evitaba lavar las cucharas si veía la mancha de labial que dejabas en ellas, y así, cada día, perforándome las orejas para que tus tacones pudiesen encajar cuando hiciéramos actos prohibidos. 

Te dediqué líneas infinitas de versos, incluso te escribí un soneto, que ni yo lo entiendo, así como me pasa contigo.

Todo eso, hasta que la inherente ambigüedad me pidió la propina del 100 por ciento.  Me dio una bofetada... no tenía para pagar. Me sacó a la calle, me puso en la banqueta, y lo peor de todo, ya no tenía el cereal para el desayuno, ni tu labial para el ayuno.

Me quedó soledad, cientos de libretas con hojas vacías, mordidas en las esquinas, y carajo, la última, con los corazones que dibujabas para cuando: "no tuviera inspiración.

Siempre la tengo, diurna musa de amor.

Universo de Bolsillo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora