Habitante del olvido

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Es inexplicable lo que sentía cuando tocaba tus lunares, eso dos pequeños satélites que orbitan  tu cuerpo, que te hacen ser sensual, tierna y salvaje, controlan los mares de tu boca, y mantienen la luz cuando hay incluso demasiada oscuridad.

Yo viajaba años luz hasta tu mirada, y de vuelta a tus lunares, a tocarlos con mi piel, a unirlos, les puse nombres, y los conquiste, les puse apodos, y nombré la galaxia de tu cuerpo como: Centro del universo.

Así llame a tu lienzo de piel lleno de astros, en tus caderas está el sol, y en tus pies están los hoyos hacia un viaje en el tiempo, en tu mirada hay bastas galaxias, y el atractivo, la cereza en pastel...
el centro de mesa: tus lunares.

Podía pasar años luz perdido en el camino de uno a otro de ellos, besándolos con mi boca, haciéndolos vibrar para que me expandieras contigo, para que pudiera habitar el mundo de tus clavículas, (mi favorito), para que pudiera encontrar el tesoro bajo Venus, y crear más planetas.

Así, poco a poco, hacer de todo, descubrir nuevas rarezas , evitar catástrofes, ayudar a entender tu naturaleza infinita, admirar tu origen, abrazar tus errores (que tonto decirlo), creer que realmente eres imperfecta, porque te gusta ser modesta, así, poco a poco, olvidar decirle a Houston que tengo un problema, y clavarme contigo, volverme polvo del infinito.

Todo eso es lo que tengo para determinar tus terrenos, estudié cada estrella de tu cuerpo y dejo el legado provechoso de tus maravillas,  para otras generaciones valientes que busquen la aventura de descifrar lo indescifrable, aquellos que busquen la vida en el vacío, porque soy humano, y supe cómo desaprovechar tu grandeza, solté tu plano, y perdí de vista tus constelaciones, me quedé, a mitad de la nada, ahí, en el pedacito más frío de tu espacio, ahí, ahí en el olvido.

Universo de Bolsillo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora