Corre al oleaje feroz de mi poesia

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Escuche cientos de veces el mar, y en realidad si que era calmado, algo tosco, pero sin duda calmado.

Tan azul, blanco, lleno de vida, pero, imponente, tenía pavor de su poder infinito, es tan mortal, y tierno, con un aire desgarrador.

Un día, sentado en la arena, comencé a preguntarme si realmente todo lo que tenemos se nos es permitido tenerlo, cuando el agua se posó en mis pies, y bailaron los rastros de sal en mi piel, volví a ti, a los días de primavera en los que curábamos el cancer con sexo, en los que olvidábamos el vicio de la marihuana, y nos enviciábamos con nosotros mismos.

Maldita sea. Había vuelto a los días en que valoraba cada segundo de mi vida, a los días  en que nada de lo que estuviera más allá de mi vista realmente importaba, era en efecto estúpido, corrí, corrí lejos al futuro, ¿como tenerte si ya no te tengo?. ¿Cómo mirarte si ya no me ves?.

Estás en cada ola del mar de mi vida, pegas contra las rocas de nuestros recuerdos, y llenas de arena mis aposentos.

El mar es tan infinito, tan cercano, divertido, tan de domingo en la mañana, sábado en la madrugada, guitarra en la playa, acordes de amor, es tan de humanos correctos, es tanto como tú recuerdo.

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