Nuevo Juego.

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La primera vez que me vi sobre tu cama, desabrochando tu pantalón de 4 botones(que por cierto era una buena metáfora de tu alma), mientras  tú te quitabas el sostén, vinieron a mi todas esa veces que mamá me pidió  que cuidara bien mis nuevos juguetes, y cada sensación nueva al abrirlos, yo siempre amé mis juguetes, y tal vez suene a una comparación cruel y desgarradora, pero cuando eres niño, son tu vida entera y algo más, y ese día, el 25 de agosto de un año cualquiera, pero incluso más importante que mi nacimiento, (el nacimiento de algo nuevo, algo apasionante), me sentí como un niño con el juguete más hermoso del siglo, tenía curvas prolongadas, brillo, un corazón inmenso, y mil maneras para jugar.

Cuando iba por el segundo botón, sentía la necesidad de preguntarte si era lo que querías, aún que tú comenzaste con los besos y las caricias...
Desearía que hubieses traído vestido para que nos saltáramos la culpa, e incluso la parte de quitarte la ropa, ponerme aretes, he incluso corona.

Al principio del tercer  botón sentí un frenesí inexplicable por saltarme dos de un solo golpe, pude ver tu lencería color blanco, sexy, pero algo formal, combinado con tu sostén, y todo lo que había dudado un botón atrás, había sido apaciguado, tú ya habías tomado la decisión, yo sólo era un eslabón más que iba a culminarla.

Una vez tendida la almohada de jeans junto a mi cama, y de haber cubierto de prendas el ropero, no hubo tiempo para arrebatarte los zapatos, al carajo.

Nos llevamos un viaje por las Filipinas, Holanda, fuimos a México, y volvimos por un trago a Argentina, gritaste en cada idioma posible, y me enseñaste lo que puedes hacer con un cuerpo desnudo, una alfombra y algo de tequila, traté de cubrir tu boca por la necedad  tuya de implorar que los vecinos nos envidiaran, y lo hacían.

Tuvimos batallas épicas en esa guerra, lanzamos balas a diestra y siniestra, nacieron universos, y cayeron las gaviotas del cielo, las nubes escribieron tu nombre en el techo, ¿o solo era el  vapor de tu sudor?, tuvimos tiempo de jugar a las escondidas en el closet, jugamos a mojarnos en toda la casa, he incluso desde el taxi. Jugamos ponchados en el baño, golpee tu cara contra cada pared, tú marcaste cada parte de mi carne.

Al terminar el infierno, y recoger las sabanas, taparte con ellas, volviste a ser el ángel que eras antes de volverte satanás, tus garras se volvieron pequeñas espinas de flor, tus pétalos volvieron a ponerse sobre tus selvas vírgenes, y yo volví a querer desempacar mi nuevo juguete, aún que sabía, que en efecto, todo era viceversa.

Universo de Bolsillo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora