Me avergûenza decir que mi ducha demoró mas tiempo del que tenía pensado, pero se sintió bien. Una parte de mi quería que el agua se llevara mis sentimientos, que lavara mis culpas y pecados y me hiciera olvidar las ultimas 6 horas.
Estaba cansada, y lo unico que quería hacer era meterme en la cama y dormir, dormir y dormir. Mi estomago estaba vacío, pero no me creía capaz de llevarme nada a la boca. Usualmente tendía a tener atracones de comida en situaciones de estrés, pero en este momento lo que menos me apetecia era comer de forma compulsiva hasta sentir nauseas. Quería encerrarme en la habitación, llorar hasta decir basta, e intentar lidiar con los pensamientos intrusivos que llenaban mi cabeza de acusaciones y autosabotaje.
Estaba demasiado cansada para estar ansiosa, demasiado cansada para enojarme, o para reclamar nada. No quería hablar con Tom, no después del episodio de esta mañana. Lo había abofeteado, y aun si sabía que ello estaba mal la realidad es que se sintió bien. Podía entender que nuestra carga emocional y el estrés de la cotidianidad lo hubiese orillado a buscar consuelo en otra mujer, pero no podía empatizar con él despues de enterarme de su infidelidad, y de que estaba a punto de tener un hijo con otra mujer. Yo tambien lo había pasado terrible tras la muerte de nuestra hija, y yo también estaba jodidamente sensible cuando Tom optó por quedarse en casa de su hermano para evitar estar en casa. Pero ello nunca me orilló a buscar consuelo en los brazos de otro hombre. Yo estaba en casa sufriendo a solas la perdida de nuestra hija, mientras el dormía con otra mujer.
Tonta.
Tonta.
¡Tonta!
Me vestí y arreglé de forma mécanica, e intenté no pensar en nada. Estaba por subirme a mi auto para ir a buscar a mi hijo. Debía despejar mi mente y enfocarme en una tarea a la vez para evitar incidentes.
Tenía que ponerme esa mascara de fortaleza para poder confrontar a mi hijo.
Cogí las llaves del auto que Tom me compró un año atrás, y conduje hasta el colegio de mi hijo. Podía dejarlo tomar el autobus, pero me gustaba pasar tiempo con Steve después de la escuela. A veces lo llevaba a comer un helado, o lo llevaba a hacer las compras. A él le gustaba pasar tiempo conmigo. Era el niño de mamá.
Mis ojos se humedecieron al pensar en mi hijo.
¿Cómo le voy a explicar que su padre y yo ibamos a separarnos, y que en pocos meses su padre viviría con otra mujer porque iba a dar a luz a su hermanito o hermanita?
Las lagrimas empañaron mi vista, y me vi forzada a orillarme. Tenía tiempo, por lo que dejé que las emociones se desbordaran una vez más.
¿Qué voy a hacer?
Nunca me había sentido tan perdida, y no pude evitar preguntarme si mi padre se había sentido del mismo modo cuando mi madre lo dejó. ¿Él tambien lloró? ¿Él se sentía iguar de abatido? ¿fue por eso que cedió a todas las demandas de mi madre durante el proceso de divorcio?
Sus advertencias respecto a Tom parecían no tan desacertadas como pensé.
Renunciar a tu vida, propositos y ambiciones por un hombre, tarde o temprano iban a pasarme factura.
Siempre me pregunté porque accedí a todo lo que nunca quise por Tom, y no por George. Vivía en una ciudad caótica, y no en el paraiso tropical con el que toda la vida soñé. Tenía esa enorme casa fría que siempre repudié, y conducía un auto cuando detestaba estar tras el volante.
Pero por Tom valía la pena intentarlo. Por Tom valía la pena aceptar una vida rutinaria y monótona aun cuando odiaba la imagen de una vida en lo suburbios.
Era un ave encerrada en una jaula de oro, rodeada de paredes tapizadas de arboles planos, sin el frescor del bosque, ni el aroma de la tierra humeda, la madera y las flores fragantes.
Tom cumplió sus sueños, mientras yo abandoné los míos por el matrimonio y la maternidad. Y aun si no me arrepentía de tener a mi hijo, una parte de mi se comenzaba a cuestionar si fue buena idea aceptar a Tom en mi vida, aun cuano ello implicaba tener que dejarlo todo para mudarme a Alemania.
Estaba lejos de mi familia y amigos, en un país extranjero en donde la unica gente que conocía pertenecían al circulo cercano de Tom. Su familia me repudiaba, sus amigos eran corteses pero distantes, y lo mas proximo a una amiga era la chica que atendía la floristeria del centro a la que en ocasiones le compraba ramos de flores para decorar el salón de mi casa.
No tenía a quien contarle mis problemas, y si bien podría hablar con mi padre de mi situacion actual, nada cambiaría. Mi padre tenía una nueva familia, y yo quedé a la deriva. Victor no cruzaría el oceano Atlántico por mí, y ello quedó en evidencia cuando lo llamé llorando dos años atrás, suplicandole que tomara el primer avión a Alemania por que lo necesitaba a mi lado tras la muerte de mi hija. Él me rechazó. Era el cumpleaños de su hijastra, y le había prometido a su esposa e hijas llevarlas a la cabaña en la que soliamos vacacionar cada verano, misma a la que habíamos dejado de ir cuando mi madre nos dejó.
Practicamente le imploré que viajara, que solo se quedara un día si así lo quería, que yo pagaría por los vuelos y su estancia en caso de no querer quedarse en mi casa. Él igual se negó, pidiendome madurar, que ya no tenía 10 años como para hacer esa clase de berrinches y exigencias. Me ordenó dejar de ser tan egoísta antes de colgarme. Dos semanas despues subió las fotos de su nueva familia a su instagram familiar, divirtiendose y pasandola bien mientras yo me derrumbaba en la habitacion de mi hija.
Fue en ese momento en el que me di cuenta de que no tenía a quien acudir. Estaba completamente sola.
Cuando finalmente conseguí calmarme me limpie las mejillas y retomé mi camino a la escuela de mi hijo, intentando forzar una sonrisa.
Mi hijo es más importante, y no iba a dejar que mi situacion actual afectaran a su desarrollo personal. Si debía ser civilizada con Tom y su amante lo haría, solo por mi hijo, solo por verlo feliz.
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Querido Mío- Tokio hotel -Primera parte
RomanceMi matrimonio nunca fue de ensueño, pero solo ahora soy consciente de lo prescindible que soy. Mi esposo no me ama, mi hijo me detesta, y no hay día en que no me arrepienta de mi elección. Me siento al borde, y no hay nadie quien me sostenga. En ed...