Cap. 16 Dolor

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  Querido mío
El único sonido que se percibía era el de los cubiertos. Tom se limitaba a comer, sin dirigirme una sola mirada. Aún continuaba molesto, y bastaba con ver su expresión para confirmarlo. Negué con la cabeza, volviendo la mirada a mi plato de comida. Por primera vez, durante los últimos meses, no sentía nauseas tras ingerir los alimentos.
-Papá, ¿Mami de verdad ira a casa de tía Luisa? -Ambos nos volvimos, mirando la expresión entristecida de nuestro hijo, quien no había hablado en todo el día. Aferrado a su osito de peluche, trataba de no llorar. Aquello me rompió el corazón.
-Claro que no campeón, ¿Por qué mamá iría a casa de tu tía Luisa?
-Mamá hablo con la tía -No- y le dijo algo de ir a visitarla estas vacaciones de invierno. ¿De verdad vamos a mudarnos?, yo no quiero, que aquí tengo a todos mis amiguitos, y no me gustaría dejarlos para ir con la tía Luisa.
Tom levanto la mirada, incrustando aquellos gélidos ojos color chocolate sobre mí. ¡Diablos!
-No campeón, no es así.
- ¡Entonces ¿por qué mamá hablo de irnos sin ti?! -Mi estómago se revolvió, y aquella extraña sensación de inseguridad volvió. ¿Qué depara para nuestro matrimonio?, no tengo la remota idea.
-Mira, te lo voy a explicar. ¿Recuerdas de lo que hablamos el otro día, sobre el hermanito que está por llegar? -Steve asintió con la cabeza, limpiándose las lágrimas con la manga de su suéter, mientras que Tom acercaba su silla a Steve. -Mamá se siente agotada, y posiblemente ella hablaba de ir a descansar.
-Pero mamá...
-Steve, no te preocupes mi amor, que no pretendo ir a vivir a Texas. -Le acaricie la cabellera con mis dedos, sonriéndole para aligerar la situación. Tom me mataría, de ello no cabe la menor duda.
Tras la cena, tanto Steve como Tom subieron a la habitación, mientras que nuestro hijo le comentaba sobre todas las cosas que había hecho durante la tarde. En cuanto a mí, me refugie en la cocina, tratando de no pensar en la conversación que tenía pendiente con mi esposo.
Recordé las palabras de Luisa, respecto a pasar con ella las vacaciones. Le había dicho que me parecía bien, aunque no tenía la intención de pasarla con ella. Casualmente, y sin que yo lo hubiese notado, mi pequeño hijo escuchaba con atención la conversación.
-Tenemos que hablar, Lana. -Mi cuerpo se estremeció tras escuchar la dureza en su voz. Rara vez llegue a verle molesto, y jamás era por mí. Si tan solo... -Esto ya comienza a cansarme, Lana. Ya no soporto tu comportamiento tan irracional. ¿De verdad?, ¿Pretendes tomar a nuestro hijo y marcharte? -Me apegue al lavaplatos, mirando el como a Tom lo consumía la rabia, paseándose los dedos por aquel sedoso cabello. -Olvídalo Lana.
- ¿Olvidar que, Tom? ¿Tu infidelidad o el que seguramente continuas con ella?
- ¡Ya todo se ha terminado Lana! ¡Entiende de una maldita vez que ya se acabó!
-No me tomes por imbécil, Tom. Estoy harta de tus mentiras, de tu jodido silencio y absurda cortesía. ¿Acaso ya no la amas, Tom? O ¿Es acaso que tu amor dura tan poco?
- ¡No lo entiendes, Lana!
- ¡¿Entender qué?!
- ¡He tratado de que las cosas entre nosotros funcionen, pero tú sigues comportándote de forma irracional! -Se acercó, y por acto de reflejo, me aparte cautelosamente, tratando de contener las lágrimas. -Eres una maldita egoísta, que solo piensa en sus propios sentimientos. ¡¿Nuestro hijo que, Lana? ¿Acaso importa más tu puta estabilidad emocional que la de nuestro hijo?!
-No metas a nuestro hijo en esto, Tom. -Le mire mordaz, empuñando mis manos con lentitud. Esto saldría de control si Tom continuaba gritando. No puedo permitir que mi hijo escuche esta discusión. -Tu fallaste, al preferir prolongadas noches de placer con esa ramera, mientras que tu hijo se preguntaba donde se encontraba su intachable padre.
- ¡Estaba trabajando!
- ¡No seas un maldito mentiroso, Tom! –"No llores"- ¡Ambos sabemos en donde te encontrabas aquellas noches, ignorando mis llamadas y mensajes! –"No llores"- Ahora lo entiendo.
- No me culpes del todo, Lana...
- ¿Por qué?, ¿En qué te he fallado yo? -Tome asiento, tratando de respirar con normalidad. Quería llorar, y sacar aquella dolorosa espina incrustada en mi pecho meses atrás, haciéndome daño ante cada oportunidad, y encajándose cada vez mas ante una discusión. "Ten amor propio" -Te he amado a ti, durante los últimos 10 años. Te acepte, aun después de haberme lastimado. Acepte casarme contigo, porque estaba loca e incondicionalmente enamorada de ti, enfrentando a mis padres, quienes jamás te toleraron. Renuncie a mi estilo de vida por ti. Sacrifique los últimos años por ti, sirviendo como buena madre y esposa, cosa que jamás valoraste. Tolere tus arranques de ira, tus celos absurdos y tu forma de tratarme en los últimos años, Tom... pero no más.
-Lana...
-Me haz lastimado de todas las formas posibles, que no entiendo el cómo puedo continuar aquí, aguardando a que me ames solo un poco. Estoy harta de esperar por ti...
-Lana, mi amor...
-Tu jamás me amaste realmente, ¿Verdad? -Le mire directamente a los ojos, sintiendo aquel extraño escalofrió en todo mi cuerpo. Su mirada chocolate, aquella que por años me resulto la más hermosa, ahora me provocaba nauseas. Era un maldito hipócrita, y yo una mártir. "Se fuerte" -Han pasado 10 años Tom, y francamente no se en que momento lo nuestro acabo. Tal vez, jamás inicio.
-Lana, sabes que eso es mentira, yo te amo...
- Si me amaras... si me amaras de verdad, jamás te hubieras encamado con ella.

***Georg***

-Eres un irresponsable, David. -Me adentre a aquella cafetería, donde tenía que recoger el almuerzo de mi molesto hermano menor. Era un tanto frustrante el tener que cuidar de él, pero me llenaba de regocijo el que en unas semanas se mudaría con un compañero de la fraternidad. ¡Por fin! - ¿Por qué no puedes desayunar en casa?
- "Sabes que no tengo tiempo"
- ¿Dónde mierda estas? -Interrogue, deteniéndome frente al mostrador. -Un capuchino sin azúcar y con doble crema; un paquete de galletas de nuez, y ¿Tiene de esos panques de chocolate? Bien, deme 6, con chispas de chocolate.
- ¿Sería todo?
-Sí, solo eso. -La joven mujer asintió con la cabeza, antes de desaparecer de mi vista. Tome asiento en una mesa cercana, mirando a mi alrededor. El lugar estaba lleno, en su mayoría parejas y familias.– Te he preguntado donde estas.
-En el hospital. He tenido un día agitado, y hoy me toca doblar turno. ¿Recuérdame porque me volví cirujano?
-Porque eres un maldito enfermo que goza hacer uso del bisturí, porque es la forma menos ilegal en la que puedes abrir el cuerpo de otro ser humano.
-Oh, es verdad. ¡Pero no justifica que me exploten de esta manera! ¡Yo también soy un ser humano con sentimientos!
-Eres una maldita bestia, no un ser humano. Además, ¿Para qué quieres todos esos pastelillos? Pensé que estabas cuidando de tu físico.
-Lo hago, pero estoy en la semana feliz.
- ¿Semana feliz? -Interrogue, tratando de no reír ante las ocurrencias desmedidas de mi hermano. "Que no salga con otra de sus absurdas dietas"
-Si. Es una nueva dieta que encontré. Mira, durante una semana soy libre de comer cuanta porquería se me antoje, y, en cuanto esta concluya, tendré que comer verduras las siguientes 5 semanas. ¡¿No es increíble?!
-Estas enfermo, maldito goloso.
-Lo dice el hombre que se atraganta de pizza cada que ordenamos.
-Yo no hago tal...
Fue en ese momento en que percibí un tenue sollozo, a un par de metros de distancia. Me levante del sofá, caminando por entre las mesas, en busca de aquella persona.
¿Es posible que el destino reúne a aquellas personas que están predestinadas a estar juntos?
Y como si el tiempo hubiese retrocedido 14 años, me encontraba ahí, frente aquella mujer que me arrebato el corazón años atrás, dejándome completamente solo y vacío por dentro. Ahí, con una vieja fotografía entre sus manos, mientras aquellas lagrimas recorrían sus prominentes y sonrosados pómulos. Mi Lana, aquella hermosa mujer que tanto amé, siendo una mujer de 28 años, mas no aquella adolecente que yo conocí.
-Lana... -Susurre, de forma apenas audible. Sin embargo, la castaña levanto la mirada, incrustando aquellos ojos chocolate en mi rostro. La sorpresa se dibujó en su semblante, pero la tristeza predominaba, volviendo su expresión una inusual belleza. Tan dolorosa y, a la vez, sublime.
-Georg...  

Querido Mío- Tokio hotel -Primera parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora