Capítulo 28

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En el salón pudo olvidar todo la que la acosaba, por el simple desconcierto de la ausencia de Eric. ¿Había vuelto Eric a su salón anterior? Entrecerró los ojos, seguramente era una estratagema de su padre para mantenerla alejada de su novio. Se estaba tomando demasiado serio su papel sobreprotector. Ni su madre, Jocelyn, le había hecho demasiadas preguntas con respecto a su nuevo noviazgo.

Había pasado tanto tiempo junto a Eric esos días que no estaba acostumbrada a las largas horas sin poder verlo. Al menos en el Palacio tenía completa libertad para ir de un lado a otro y buscarlo. Se preguntó si había podido calmar a su hermano, o cómo se verían sus ojos a la luz del sol de las once de la mañana. No soportaba estar metida en un mismo salón. En algunos colegios de la ciudad los estudiantes cambiaban de salón cada clase, en su colegio no era así, a menos de que fueran a música, deportes, arte o cocina. No podía usar el cambio de salón para poder verlo, así que tuvo que esperar al almuerzo.

Micah se mantuvo alejado en otra mesa, Edward estaba al lado de Eric, él y Katarina estaban uno a la derecha y uno a la izquierda. La historia era sencilla. Por el salón de John pasaba el rector, el cual estaba buscando a Eric. ¡Qué agradable coincidencia! Pero no lo era. El rey le había hablado expresamente el rector para poner a Eric en el curso en el que estaba anteriormente y no en el mismo que en el de Gabrielle.

- ¡Mi... el rey está loco! – susurró Gabrielle, por poco y se equivocaba. Había pasado varios días llamándolo papá y ya se había acostumbrado. Katarina frunció el ceño, por millonésima vez en el día.

- Mi papá no puede decir eso en televisión – bromeó Kat tratando de que su frente volviera a la normalidad. Edward se atragantó con su propia risa.

- Creo que nada más está cuidando mucho de su... nueva adquisición – Eric trató de sonar indiferente.

Eric y Edward almorzaron rápido. Después se fueron, Gabrielle ya sabía que se iban a robar los resultados de los exámenes de matemáticas y química. Sólo quedaban dos semanas para que terminara el año y los exámenes se estaban haciendo fastidiosos. Además ella no había hecho tareas y tenía atrasados varios pendientes, debía ponerse a adelantarse esa misma tarde.

- No me estás diciendo la verdad – gruñó Katarina poniendo un poquito de sal en su dedo índice y chupando.

- Kat, cuando pueda, te cuento.

- ¿Eso qué significa? ¿Qué me escondes? Porque parece que hasta Edward lo sabe. Ustedes me esconden algo.

- Está bien – murmuró. Vio hacia Micah. Él todavía comía, pero paseaba sus ojos por todo el lugar y frecuentemente sobre ella. Tenía que hablar bajo. Tomó su pera y continuó hablando como si nada –. Yo soy adoptada.

- ¡¿Qué?! – Kat no hizo mucho ruido, pero para un aristo era notable. Gabrielle rio para que Micah no se hiciera sospechas y pensara que era un asunto sin importancia entre ellas dos. Le dio otro mordisco a su pera.

- Eso no es todo. Al principio me dijeron un pocotón de mentiras sobre mis verdaderos padres. El miércoles me enteré de quiénes eran mis verdaderos padres y cuando te lo diga, vas a tener que callarte. Mi padre me dijo que sólo te lo podía decir hasta el sábado. Óyeme bien, Katarina Toriyama, que nadie se entere. Ni Eric, ni Micah, o Edward. Mucho menos tu papá.

- ¡Ya dime! – Katarina había adoptado el mismo tono bajo de voz.

- Soy la hija de los reyes.

Katarina la miró como si estuviera viendo a una enferma mental. Después esperó para ver si Gabrielle le estaba haciendo algún tipo de mala broma de mal gusto. Cuando se dio cuenta que no era así, la volvió a mirar como a un loca. Gabrielle no podía culparla. Y la verdad no sabía cómo iba a hacer su papá para convencer al resto del país, y al mundo entero. Lo más seguro es que todos creyeran que era una estratagema para evitar la caída de la monarquía.

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