Capítulo 46

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Gabrielle recordó las palabras de su profesor de Historia Política. Los primeros tres días son críticos en un golpe de estado. El bombillo sobre su cabeza se iluminó. Tenía que tumbar el gobierno que había establecido Roberta, el único problema era encontrar la manera de incriminarla y recuperar el palacio. ¿Cómo podía hacer aquello? No tenía ayudas, según las noticias toda Hartstown estaba cerrada y buscándola, el mundo buscaba a su tía y a Micah, sin contar a Edward y a Eric. No tenían oportunidad contra Roberta, morirían antes de poder atravesar alguna de las verjas del palacio y no estaba segura de poder convencer a todos de lo que había hecho.

Era verdad lo que le habían dicho cierta vez: Tu país y la monarquía están en un peligro mayor del que te imaginas. Se dio en la frente con una palma. ¿Cómo había olvidado a la canciller Lehmann? No confiaba en ella por completo, pero era una líder que le había echado un tablón al agua cuando todavía no sabía que se iba a ahogar. Lucrecia estuvo reticente, pero apoyó la llamada.

El teléfono sonó un par de veces y la conocida voz de la canciller sonó al otro lado.

- Princesa – dijo ella, sin haber escuchado a nadie.

- Sí, soy yo – habló en inglés, recordando que la canciller germana no sabía su idioma.

- ¿Está bien? La prensa internacional y Roberta dicen que la han secuestrado. ¿Logró escapar?

- Nadie me ha secuestrado, escapé del palacio. Es un golpe de Estado. Roberta fingió un ataque enemigo, pero ella es el enemigo.

- ¿Dónde estás? Es importante sacarte del país y comprobar con el comité de seguridad de la UNINAS que es un golpe de Estado.

- No puedo dejar el país. Mis padres, el gabinete y todo el país están en peligro.

- Eso lo resolveremos después. Voy a tomar lo más pronto posible un avión, te voy a llamar a este número para decirte cuándo llego, probablemente sea en veinticuatro horas. Mantente viva y a salvo hasta entonces.

La llamada terminó. El teléfono había estado en altavoz. Todos quedaron en silencio y estáticos. ¿Eso era todo lo que podían hacer ahora? Gabrielle no quería esperar a que la rescatara la UNINAS, ella no quería escapar de su país. Ella quería salvar a su papá y sacar del trono a Roberta. No iba a permitir que una usurpadora le hiciera daño a nadie, que controlara a nadie.

- Fue Roberta – se susurró. Después de todo Kat tenía razón –. Ella obligó a Kat, controlaba a mi papá. Prácticamente era ella la que dirigía el país. ¿Por qué dio el golpe, entonces?

Todos las escucharon. La casa estaba llena de aristos, hasta Sargento la volteó a ver. El perro estaba a sus pies y levantaba la vista ante el menor ruido. Gabrielle golpeó la mesa con la mano abierta. Tenía tanta rabia. Roberta le había quitado a su mejor amiga, a su padre y a su novio.

- A ti no podía controlarte – dijo Eric.

- Tiene mucho sentido – asintió Lucrecia.

- Tu mamá es el demonio – contestó Gabrielle.

- Deberías ir a dormir – se metió Melisa, presintiendo que aquello iba para pelea.

- No quiero dormir. Los primeros tres días de un golpe de Estado son críticos, no pienso dormir hasta que esos tres días acaben y papá vuelva a estar en su trono.

- Princesa, deberías descansar. Hoy has pasado por mucho. Es más, todos deberían descansar. Lucrecia, puedes llevar a la princesa a mi habitación. Ustedes, chicos, pueden utilizar la habitación de invitados. Yo me quedo en la sala.

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