Capítulo 5

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Como lo prometió, Katarina fue a su casa y vieron dos películas románticas. Después Kat empezó a recibir llamadas amenazantes de su papá. Ya le habían dicho que andaba en la casa de Françoise. Aunque les pasaban por alto la amistad, cada vez que le recordaban a Kaito o a Françoise que sus hijas eran amigas mutuas no paraban de trastabillar y de jurar por el cielo y la tierra que sus familias nunca estarían de acuerdo. Era cierto. Por eso Kat y Gracie eran amigas.

Las siguientes tres semanas Katarina y Grace evitaron a Micah. Eric se sentó un par de veces en la misma mesa con ellas. Lo que permitió a Katarina observar más cerca a Edward, pues él se hacía donde Eric se hacía. Grace le agradeció a Eric que sólo intentara ser un amigo. Le habría resultado imposible si Eric se le declaraba o lo insinuaba porque aún le dolía ver a Micah con Helena. Y le encantaba estar con Eric de esa manera. Siempre era atento y podían hablar de muchas cosas aburridas que le gustaban a Grace sin que él bostezara o se cansara. Y ella podía escucharlo hablar sobre baloncesto y deportes, y películas.

Eric era atento y le sonreía siempre. Le hablaba en los almuerzos, al inicio y al final de la clase. Muchas veces que Eric iba a buscar a Edward se encontraban e intercambiaban un par de palabras. Y él seguía mirándola. De las cosas que le gustaban de estar con Eric era que él la escuchaba así ella estuviera ensayando para el debate de filosofía o repasando una melodía con una flauta invisible mientras tatareaba. Sobre todo le gustaban sus ojos, aquellos ojos verdes, como esmeraldas, o como el césped con rocío en las mañanas.

Su vida había vuelto a ser rutinaria y tranquila tratando de superar a Micah. Sin embargo, la cuarta semana, el martes, en la cafetería se escuchó un grito.

- ¡¿Qué?! – gritó Helena. Todos voltearon a ver –. ¡No puedes hacer esto!

Micah estaba a su lado tratando de calmarla. Le susurraba palabras que nadie alcanzaba a escuchar. Helena seguía negando y aleteaba. Una esperanza nació en el corazón de Grace. ¿Micah y Helena terminaban? Todos cotilleaban que terminarían. Nadie los había visto particularmente contentos con el otro después del primer día. Eso le había permitido a Grace ir a clase sin desmoronarse. Micah, en el otro extremo de la cafetería, alzó las manos. Y articuló unas palabras que Grace entendió: No más. Micah volteó a ver hacia su mesa y su corazón dio un vuelco. El muchacho se encaminó hacia su mesa y se sentó entre ella y Katarina. Helena seguía gritando y chillando desde el otro lado.

En los dos meses que llevaban de estudio era lo más emocionante que había pasado en el colegio. Ni el record roto de anotaciones en un solo partido por parte del equipo de baloncesto, Las Águilas de Hartstown¸ superaría ese escándalo. Helena salió de la cafetería acompañada por dos de sus amigas. Se produjo un barullo en toda la cafetería y los ojos poco a poco se apartaron de Micah que se encogía en la silla. Como si pudiera volverse invisible agachando la cabeza y encorvando la espalda.

- Por fin – suspiró –. Me tenía cansado – le dijo a nadie en particular.

- ¿Por qué estabas con ella si te tenía cansado? – le preguntó Eric. Su actitud era desconfiada y sus ojos era peligrosos. A Grace no le gustó su rudeza.

- La verdad... No lo sé. Pero me alegro que se haya terminado.

- ¿Y qué tal es Helena? – preguntó el Don Juan Edward. Micah frunció el ceño y se mostró asqueado.

- No es mi tipo – y miró de reojo a Grace. Todos en la mesa lo notaron. Hasta Eric que estaba a su derecha. Grace estaba entre ambos. Le pareció que si se retiraba, ellos dos se iban a lanzar el uno contra el otro.

- ¿Cuál es tu tipo? – cuestionó Kat. Kat seguía enfadada. Cosa que Grace no, porque Grace sentía que podía perdonarle cualquier cosa a Micah.

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