Capítulo 38

21 4 4
                                    


El día siguiente en el colegio, todos le sonreían.

La caravana de autos fue mucho mayor y el tráfico de esa parte de la ciudad era un caos, pero todo para la hija de papá. El rey había estado muy nervioso sobre enviarla al colegio ese día, pero Gabrielle le aseguró que estaría bien. Micah era un dolor de cabeza, pero la protegería; Eric nunca dejaría que algo malo le pasara y Edward era el mejor amigo que tenía sobre la tierra; sin contar que ella no era una princesa como cualquiera, era una princesa que detonaba bombas.

Todos parecían querer una foto o una palabra de Gabrielle. Amigos de la primaria se le acercaron y le hablaron y le sonrieron; varios profesores también la miraron con pleitesía y a ninguno se le olvidaba la reverencia. Odiaba ese tipo de atención. Ella todavía no había hecho nada, lo único que estaba haciendo era existir. Sí, entendía que a causa de ella la monarquía tenía un futuro, no obstante ella seguía siendo la misma muchacha de siempre. A pesar de sus quejas internas mantuvo su sonrisa puesta, saludó, estrechó manos y aceptó algunas fotos. Para cuando llegó a su salón había saludado a medio colegio.

- Ya me quiero ir a mi casa – se quejó poniendo su cabeza en el escritorio.

- Eso digo yo todas las mañanas – comentó Edward y Eric rió.

Durante las clases pretendió que ella no era el centro de atención, pero sus compañeros no dejaban de mirarla como a un bicho raro. Lo único que la mantenía cuerda era que su novio y Edd la trataban como trataban a Grace, la hija del alcalde, o a una persona normal. En el almuerzo se hicieron en la mesa de siempre, en la que ella solía compartir con Kat. Trataron de mantener una conversación fluida y alegre, pero no paraba de llegar gente a interrumpir y expresar su opinión sobre su posición de Princesa o de las políticas que estaba manejando el gobierno central.

Los días siguientes la atención bajó un poco, sobre todo por parte de sus compañeros de estudio. Eric había tenido razón, la grandeza era percibida y aquellos que no eran llamados a esto empezaron a alejarse. A su lado se quedó Henry Kelson, el hacker, que siempre había sido bueno con ella y con Kat. Para sorpresa de todos, Verónica, la hija del ministro, empezó a sentarse con ellos. No era tan hueca después de todo, aunque su prima sí. Las dos nuevas adquisiciones del grupo no eran lo que Gabrielle tenía en mente, pero aquellos dos parecían tener futuro. Siempre leía en los libros de historia cómo era que grupos de amigos se habían formado juntos y que al final todos lograban ser importantes en sus debidos campos. Tal vez así podían ser ellos.

Kat despertó el martes. Eric y Edward quisieron ir con ella, y aunque aceptó les pidió que le dieran un momento a solas antes de que ellos entraran. Respiró varias veces antes de entrar en el cuarto en el que ella descansaba. Probablemente Kaito seguía allí, todavía no se había anunciado que Kat estaba involucrada con el atentado, por lo tanto tampoco la implicación de su padre. Sin embargo era extraño que el mayor líder opositor se mantuviera en silencio por tanto tiempo después de la aparición de Gabrielle.

Kaito estaba en su silla con un computador portátil en las manos. No le prestó atención hasta que cerró el computador. Katarina estaba en su cama leyendo una revista de moda y farándula, así que tampoco le prestó atención cuando entró. Debían estar acostumbrados a la constante visita de guardias, policías y abogados, además del doctor que cuidaba de la recuperación de Kat.

- Buenas tardes, princesa – Kaito puso la computadora a un lado para poder hacer la reverencia.

- No es necesario que se levante, Kaito – trató de adquirir el tono de sus padres. Kat bajó la revista –. Tu tampoco, Kat – la broma habría sido apropiada si no se hubieran intentado matar entre ellas, así que Gabrielle cambió de tema –. ¿Puedo preguntar por el computador?

ARISTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora