Algo nuevo

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"Good day, sunshine. Are you ready for a perfect sunny day"

Abro un ojo para ver mi móvil y le doy la espalda sin apagar la alarma. Me estiro entre las sábanas.

"Good day, sunshine kiss me. Tell me what you want..."

Me río. He aprendido a darme lujos injustificados por la mañana. Como oír la alarma acostado en la cama sin tener que preocuparme por nada.

"Good day sunshine hold me, never let me go. I need you to stay"

Pero hoy no parece funcionar hoy.  Miro mis manos, cierro mis ojos y por un momento me siento tonto por lo que hice ayer; presentarle a Amanda a Rodolfo... ha sido... ¡Vaya! Giro para mirar el techo y limpiar mi frente y pensar que ha sido mala idea, de alguna manera.

Apago la alarma, miro la hora y me pongo de pie.

Salgo vestido de mi habitación y paso por la de padre que sigue dormido. Miro mi reloj y lo dejo unos minutos más, en lo que yo me pongo a hacer algo para el desayuno, miro en la alacena. Mierda, ya no hay avena. Lo mejor que puedo hacer son tortitas de avena con un poco de fuera picada y una taza de Cola-Cao... pero debo improvisar. Así que reviso una vez más buscando otra cosa, perfecto. Miro dentro de la nevera, ¡excelente hay fresones y bananas! Enciendo los fogones, pongo la cafetera, una olla con baño María y en lo que calientan voy picando las frutas; preparo brochetas de fresones y bananas remojadas en chocolate derretido. Supongo que por eso estoy tan delgado, jamás hay otra cosa que comer más que fruta.

- Padre... Buenos días - sirviendo justamente su café y yo disolviendo mi Cola-Cao.

- ¿Por qué no me has levantado? - aceptándola y dándome un beso en la frente. Lleva su bata puesta. Es peor que yo. Duerme sólo en calzoncillos y camiseta y va descalzo por la casa.

Encojo mis hombros -. Hacia tiempo que no te veía descansar tan bien.

Mira a su alrededor.

- Polo... - hago un ruido afirmativo mientras pongo en papel anti adherente las brochetas para que el chocolate se enfríe -, ¿está todo en orden?

- Sí. ¿Por? - padre sabe que sé la respuesta, pero...

- Sabes que sólo cocinas cuando estás ansioso. ¿Qué es? - muerdo mi labio. No me siento capaz últimamente de decirle nada a padre, pero lo hago.

- No... no ha ido bien la idea que he tenido. Y... la verdad no me creo capaz de afrontarlo.

Él da un sorbo a su café, expresa lo bueno que está y deja la taza a un lado y me pregunta: - ¿Sabes por qué decidí divorciarme de tu madre? - niego con la cabeza -, porque supe que tú y yo no merecíamos lo que ella nos daba. No quise que fueras como Lucio y yo no quería amargarme.

Le miré.

- Sabes de quién lo he aprendido? - niego con la cabeza -. De ti. Porque, has aprendido lo que quieres y no te da miedo expresarlo. Y te he visto caer y siempre te has levantado.

Sonrío.

- Sé que tampoco te vas a rendir hoy - revolviendo mi cabello -, ahora. Dame unos minutos - mirando su reloj y subiendo a su habitación.

De la teoría a la práctica sólo hay un problema: mi escuela. Tan pronto llego a mi taquilla lo noto. Todos hablan de mi, me lanzan miraditas y hablan bajito. Intento no verles, no hacer caso a los susurros que el aire hace llegar a mis oídos: "pero que friki", "es que es un niñato"y risillas.

Trato de ignorar las miradas. Como para hacer eso de excluirme e ignorarme me prestan demasiada atención. Pero sólo esperan mi reacción; pero no lo hago. Estoy acostumbrado. Pero últimamente me está importando un poco. Durante las clases me entretengo y me olvidó un poco de ello, hasta la hora del recreo. Cuando llego a la mesa que había elegido para mi idea fallida todos la están mirando y luego me ven, y esperan que reaccione. Hay una pintada que pone: "reservado para bichos raros".

Mírame: te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora