Ellos no lo saben

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- Venga, rápido - gritaba Oriol desde el auto de Rodolfo.

- Que aún tenemos que ver más arreglos...

- Voy - gritó Rodolfo alegre, sus amigos eran lo más.

Polo los vio alejarse en el coche de Rodolfo.

- ¿No irás con ellos? - preguntó su padre detrás de él recargado en el marco de su puerta.

- No. No podemos ver al novio antes de la boda - bromeó Polo cerrando su ventana mirando a su padre - Te tengo que preguntar algo...

- Claro que podéis vivir aquí.

- ¿Qué? - preguntó risueño a su padre -, sí eso era un hecho - bromeó -. No... eso no es. Aunque claro que aceptamos encantados, pero...

- Podría ir al mismo colegio al que fuiste - su hijo lo miró ahora asombrado -. Rodolfo me habló de Roberto. Por mi encantado de que un chiquillo esté merodeando la casa. 

Polo abrazó emocionado a su padre.

- ¿Te apetece ir a comer y luego a la prueba de tu traje?

- Sí - sin dejar de sentir el brazo de su papá sobre sus hombros.

Polo cogió sus gafas y abrió la puerta.

- Lucio... - viéndolo parado ahí. El mayor tardó un poco en mirarle a los ojos, justo en el momento en que Polo dejó de mirar a su padre sin saber qué hacer, pero antes de hacer nada;

- Me he enterado de lo que ha hecho madre. Lo siento mucho.

Polo no dijo nada, pero estuvo a punto de volver cuando Lucio admitió:

- Perdóname - dijo abrupto su hermano -. Lamento todo lo que te he hecho. También supe que te vas a casar. Me, me encantaría estar contigo ese día - cogiendo pocas fuerzas para mirarlo una última vez.

= Dos meses después =

- Ya estás... - terminando de hacerle el nudo a su pajarita gris -, seguro que madre estaría orgullosa... - ululó Ricardo al posar sus manos sobre los hombros de su hermano -, porque yo lo estoy. Te has convertido en un hombre formidable.

- Gracias - dándole un abrazo.

- ¿Quién va ser la chica? - irrumpió Roberto jugando con el cojín de los anillos. Él sería el encargado de darlos.

- Nadie. Somos chicos... - aclaró Rodolfo.

- ¿Pero tú te vas a ir a trabajar y él se va a quedar en casa?

- Aún no lo sabemos, seguimos estudiando.

- Ah, ¿y os puedo llamar papá? - ambos mayores se miraron.

- Claro - admitió emocionado Rodolfo -. Y sí quieres a don Álvaro lo puedes llamar abuelo, que se muere de ganas por serlo - abrazando a sus hermanos. Hasta qué Ricardo miró a Rodolfo algo ausente.

- ¿Pasa algo? - separándose de él.

Seguía pensante. Hasta qué sonrió - Ahora vuelvo - dijo dejando la habitación.

Atravesó el pasillo que conectaba la segunda planta de la casa donde se celebraría la boda corriendo, contento y decidido.

- ¿Pero qué haces aquí? - gritaron al mismo tiempo al ver a Rodolfo en la misma habitación en la que Polo estaba arreglándose.

- ¿Pero qué pasa? - riendo al ver el rostro de todos asustados.

- Que no puedes ver al novio antes de la boda... - le dijo Amanda empujándolo fuera junto con su padre, Álvaro y Mateo -, que es de mala suerte.

- Que mala suerte y que mala suerte. Sí sólo he venido a decirle a Polo que lo voy a estar esperando. ¡Estoy fuera, esperando a por ti! - gritó antes de que todos terminaran por sacarlo por completo entre risas - ¡que no me voy a ir sino es contigo!

Polo sonrió al saber que su futuro esposo sabía de su mente lábil y sabía cómo calmarla. Dejó los nervios en el cuarto de baño tras pronto oír que habían conseguido sacarlo de la habitación.

- ¿Y? - saliendo decidido y galante del baño, acomodando su chaqué -,¿cómo estoy?

Todos se quedaron callados ante la galanura del bajito; había peinado su cabello de manera que no se le viera esponjado, con su moño gris y una sonrisa nerviosa. Miró a su amigo por una respuesta.

- Guapisímo - aseguró Mateo, enfundado en un traje azul francés que hacia juego con el resto de los caballeros, con el mismo detalle en las solapas que el traje azul marino de Polo.

- Madre mía - aseguró su padre -, un pincel estás hecho - besando la cabeza de su hijo.

- Con todo el estilo del mundo - confirmó Armando.

- Bueno - acomodándole la pajarita -, venga, te están esperando y como habrás oído están impacientes. - ¿Listo? - preguntó su padre.

Miró a todos los presentes y respiró profundo emocionado - Listo.

Y fue cierto, ahí estaba. Parado mientras Ricardo le seguía acomodando el pañuelo que hacia juego con su traje en un par de tonos más claro que el de Polo, se dejaron de juegos cuando lo vieron ahí parado, sonriendo junto a su padre quién le sonrió una vez más; Oriol y Raúl estaban junto a ellos ajustando algunas cosas, ellos habían organizado casi todo; Amanda y su padre estaba de lado de Polo, junto a Lucio, que vio sorprendido a su hermano. Pasaron un par de semanas antes de que Rodolfo lo aceptara del todo, pero al final logró demostrar que había cambiado y estaba decidido volver a ser un miembro de esa nueva familia.

Su padre le sonrió y le ofreció su brazo para andar. No había nadie más pero para ellos bastaba y era suficiente. Era importante para todos los presentes.

"Ya sé quién va a ser la chica" le susurró Roberto a su hermano mayor quién le dio un golpe en la cabeza.

Polo sonrió al ver a Rodolfo ataviado en su traje a la medida, bien peinado y esos hoyuelos en sus mejillas y sus rizos salvajes; su mano sería algo que jamás soltaría, así que sólo le quedó agradecer:

- Sé que al principio fui yo quién casi lo arruina pero, me alegra que no hayas dejado de insistir porque, tus brazos han sido el único sitio donde me he sentido a salvo.

- Olvida lo peor. No importa lo que digan. Nosotros somos los que importan.

- Ahora te voy a abrazar - dijo Polo lleno de emoción, ignorando que el ceremonial no era así. Pero Rodolfo lo aceptó gustoso:

- Yo no voy a dejar que de nuevo te sientas inseguro - acercó su boca al oído de Polo y le rezó: - Así que no mires atrás, no creas lo que ellos dices porque no saben lo es el amor. No saben de lo que se pierden... - le dijo bajito. Nadie había oído eso.

Todos aplaudieron cuando ambos chicos se besaron, siendo por por fin sólo dos.

*Muchímas gracias por llegar hasta aquí. No sabéis lo que significa para mi.

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Mírame: te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora